¿Existe Mariano Rajoy'

Tengo un amigo que afirma: «El único que cree que Rajoy sigue políticamente vivo es Mariano; todos los demás saben que ya está muerto y enterrado».

Que el jefe del Gobierno considera que existe lo demuestra el haber anunciado que se presentará a las próximas elecciones generales. Que, en cambio, ya no cuenta para los ciudadanos lo prueba el empecinamiento de las encuestas en declararle el menos valorado de todos los políticos españoles, incluidos los que aún tienen todo por demostrar.

Aun así, ya ven, el hombre ha decidido repetir al frente de su partido. Y éste, que sabe que se estrellará si Rajoy sigue al mando (los sondeos de opinión le relegan ya a un tercer lugar), no dice nada de nada.

Tampoco es del todo exacto: ante el presumible batacazo electoral ya hay voces dentro del PP, como María Dolores de Cospedal, que no hacen ascos a un Gobierno de coalición con el PSOE. Todo sea por rescatar los restos del naufragio.

Los demás miembros del partido callan, acatan y obedecen con disciplina cuartelera y, todo lo más, se matan entre ellos por conseguir un buen puesto en las listas que les permita seguir viviendo de la política, aunque sea en la oposición, en lugar del Gobierno.

Ese problema de intimidación ante el jefe sucede en todos los partidos: véase, si no, en UPyD, con Rosa Díez, y en la rápida y creciente deificación de Pablo Iglesias en Podemos, un partido nacido precisamente para ser acápite y asambleario. Esta obvia y penosa generalización no alivia la responsabilidad del irrelevante Rajoy y su falta de peso político. Con menos razones que él, otros líderes –Aznar, Rodríguez Zapatero– supieron dar un paso atrás en su día y anteponer los intereses colectivos de su partido a los suyos personales.