En un juicio dice el fiscal: «Miren al acusado, su mirada torva, su frente estrecha, sus ojos hundidos, su apariencia siniestra». El acusado interrumpe: «Pero bueno, ¿me van a juzgar por asesino o por feo?».
Hay chistes de fiscales, pero ser fiscal no es una broma, y menos en este momento. Lo digo por el tortosino Francisco Bañeres, que será fiscal superior de Catalunya y que se ha propuesto dos metas difíciles: hacer cumplir la ley y restablecer la relación con la Generalitat.
El fiscal más famoso ha sido Emilio Sánchez Ulled, leridano, acusador de Mas, Ortega y Rigau y del Caso Palau, que acabó en sentencia condenatoria para defraudadores y también para Convergència, como él proponía. Ahora se halla destinado en Bruselas, pero no persiguiendo a Puigdemont.