Fomento y el alcalde Ballesteros

Se logró que los trenes vía Barcelona fueran directos por Tarragona sin transbordo en Reus

19 mayo 2017 23:26 | Actualizado a 22 mayo 2017 21:45
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Hace algún tiempo coincidí con el alcalde de Tarragona y algunos miembros de su equipo en el trayecto del AVE Madrid Puerta de Atocha a Camp de Tarragona. La coincidencia también hizo que viajáramos en asientos cercanos. Fueron muy atentos e incluso me ayudaron, al llegar a la estación de Camp de Tarragona, en el transporte de un óleo de tamaño considerable que, obviamente, no podía dejar en manos de empleados de mensajería. Al despedirme recuerdo que les comenté: «Llegaré yo antes a mi casa de Altafulla que vosotros al ayuntamiento de Tarragona».

Ahora hemos vuelto a coincidir en una amena tertulia, celebrada en el emblemático Forn del Senyor de Altafulla, una singular maravilla museística, bajo la invitación del notario Martín Garrido. El alcalde Ballesteros acababa de regresar de Madrid en el AVE, tras reunirse con la cúpula del Ministerio de Fomento para desbloquear el tema de la estación ferroviaria de la capital tarraconense.

Según sus propias manifestaciones, el alcalde se encontraba moderadamente satisfecho de sus gestiones, al haberse fijado plazos concretos para mejorar la situación ferroviaria. En el argot funcionarial madrileño se dice que cuando los catalanes acuden a la capital a visitar cualquier órgano de la Administración Civil del Estado, lo hacen con su arma personal cargada y dispuesta en su cartera. Pues bien, no sé si Ballesteros sigue esa tradición, pero sí puedo decir que no solo se hace escuchar sino que lo hace con insistencia y reiteración. Ahí se nota una gran diferencia con un antecesor suyo, que para reivindicar mejores accesos por carretera se dedicaba a pasearse en una carreta de estilo romano por la Vía Augusta tarraconense.

En ocasiones anteriores, he escrito desde este espacio sobre la histórica penuria tarraconense en materia ferroviaria. Y cuando escribía Tarragona imperial sí, ferroviaria no, fui criticado por uno de mis estimados lectores que me comunicaba: «Don Daniel, és vostè certament reiteratiu. Bona part del que exposa en l’article ja ho havia fet en un altre anterior i novament utilitza un to poc respectuós vers Tarragona (no sé què li provoca aquesta animadversió, però això ja és problema seu). Coincideixo amb vostè que la solució adoptada és un nyap, en aquest sentit em sento maltractat però en cap cas inferior a ningú per molt que ens ho vulgui fer creure». Y le respondía que «de poco respeto hacia Tarragona, nada de nada. Precisamente lamento que Tarragona no esté en lo ferroviario a la altura que le corresponde. Estoy estrechamente vinculado a Tarragona y me gustaría que los políticos de turno hicieran más por ella. Sus ciudadanos lo merecen sin duda alguna».

Las manifestaciones anteriores tenían lugar en el mes de diciembre de 2013. Han transcurrido dos años y, afortunadamente, las cosas van a cambiar;según el alcalde, será en 2016 y, dada la complejidad de la problemática abordada, constituirá la primera parte de las mejoras. Me siento muy satisfecho por todo lo que nos explicó el alcalde en la tertulia y pienso que al fin el tema empieza a encauzarse y contempla mejoras a corto plazo. Bien es cierto que solo mejoras, pero es la primera parte.

Y otra lectora de mi anterior artículo decía en 2013: «Efectivamente la solución que nos pretenden vender ahora como ventajosa sitúa a Tarragona y al territorio en una mala posición en materia ferroviaria (menos que ahora pero mala igualmente). Está bien que el señor Vila Robert lo explique. También entiendo que los tarraconenses puedan sentirse ofendidos por el tono y algunas informaciones del articulista, fuera esa su intención o no». Nuevamente debo decir que no era esa mi intención.

Pero volvamos a la historia. Un día de 1952, Tarragona fue importante en lo ferroviario, cuando tras el proyecto del enlace ferroviario de Tarragona con la línea Madrid-Zaragoza, desarrollado bajo el ministro de Obras Públicas, José María Fernández Ladreda, fue inaugurado por su sucesor, Fernando Suárez de Tangil y Angulo, Conde de Vallellano, con la visita del entonces Jefe del Estado, Francisco Franco. Con ello se consiguió que los trenes vía Barcelona fueran directos por Tarragona sin tener que hacer transbordo en Reus, para poder llegar a la capital tarraconense. A título de coincidencia conviene recordar que, en el momento de la citada inauguración, era Subsecretario de Obras Públicas, Mariano Navarro Rubio, más tarde ministro tecnócrata de Hacienda, casado con una tarraconense, Teresa Serrés Sena. Ahora pronto volverá otro día importante, ferroviariamente hablando, para Tarragona, de la mano de otro tarraconense, José Félix Ballesteros.

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