Frenar el procés y convocar elecciones

Genera una gran zozobra que un hecho de la trascendencia de una declaración de independencia penda de la decisión que hoy asuma el president de la Generalitat, Carles Puigdemont. Más preocupante es todavía que se haya llegado a esta situación por una suma de despropósitos por parte de todas las partes. La mala gestión de la crisis por parte del Gobierno de Rajoy, con episodios incalificables como las cargas policiales del 1-0 y la ocupación policial de Catalunya, son la culminación de una lectura ciega sobre lo que realmente está sucediendo en Catalunya. En el bando soberanista han puesto la directa pasando por encima de las más mínimas normas que exigen los procesos democráticos. No es ningún argumento válido apelar a que no se ha podido hacer de otro modo. La forma en que se tramitaron y se aprobaron las leyes del referéndum y de desconexión no dan legitimidad, ni siquiera moral, al procés. El referéndum del 1-O, gran argumento en el que se fundamenta la DUI, fue un acto incluso heroico si se quiere, pero no avala ni garantiza cuál es la opinión real del conjunto de los catalanes respecto a la independencia. Han pasado muchas cosas y muy graves en las últimas semanas que aconsejan no tomar ninguna decisión precipitada. En estos momentos lo más aconsejable seria congelar el procés y escuchar al pueblo en las urnas.