Funciona el día a día, pero nada más

La adjudicación ‘normal’ de obra pública no nos debe llamar a engaño. El país funciona por una inercia que se acaba

 

19 abril 2018 18:35 | Actualizado a 19 abril 2018 18:36
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La aplicación del artículo 155 de la Constitución no ha paralizado la administración autonómica de Catalunya y por ello se producen situaciones como la que hoy explicamos en nuestro tema a apertura. En los tres primeros meses de 2018, la licitación de la Generalitat en la provincia de Tarragona se ha incrementado un 129%, pasando de 8,1 a 18,6 millones, según el último informe de la Cambra de Contractistes de Catalunya. Similar dinámica se repite en el cómputo global catalán, donde se pasó de los 89,7 millones a los 106,3, un incremento del 18%. Son datos para corroborar que la situación, de momento, no pasa factura en cuanto a proyectos licitados, pero ello es producto de la propia inercia de la Administración. La maquinaria de los organismos públicos funciona por mecanismos propios. El hecho de que se haya intervenido el Govern no paraliza el día a día. A pesar de la situación política, los directores generales siguen estando y las inversiones plurianuales se realizan tal como ha explicado al Diari un miembro de la administración pública. «Una cosa son las licitaciones pequeñas y otra las decisiones estratégicas que se tengan que tomar y que son de corte político. No se pueden ejecutar inversiones nuevas. Sí se licitan proyectos por decisiones que se tomaron en su momento», añade. 
Por tanto, esta inercia que ahora permite respirar tranquilo porque los proveedores cobran, las obras licitadas se ejecutan y todo sedesarrolla bajo un manto de normalidad, tiene fecha de caducidad. El motor de lo público requerirá pronto llenar de nuevo el depósito y ello no se producirá si no se nombra a no tardar un nuevo Govern. Los expertos en política italiana resaltan que el vecino país resiste tan perfectamente los largos períodos sin gobierno porque dispone de una eficaz y potente estructura funcionarial. Italia podría ir tirando sin que la economía del país sufriera graves quebrantos. Algo similar le sucede a Bélgica. No es sin embargo el caso catalán. Que estas cifras no nos hagan creerr que vivimos en situación de normalidad.

 

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