Gil Robles

Diciembre de 1965. El estudiante de Periodismo recibió respuesta de José María Gil Robles a su petición de entrevista. Tras su largo exilio, el líder de la CEDA vivía en Madrid tan discretamente que no tenía nombre en su buzón.

Me contó su conversación con Calvo Sotelo dos días antes de su asesinato; su mala relación con Casares Quiroga; su amistad personal y no política con José Antonio; su reconocimiento por la categoría política y parlamentaria de Azaña, aunque le achacaba sectarismo y cobardía.

Trabajaba entonces en su profesión de abogado y preparaba sus Memorias No fue posible la paz. Más tarde publicó El credo que ha dado sentido a mi vida.

Al cumplirse hoy 90 años del advenimiento de la República, la tentación de recordarle ha sido irresistible.