Golpe de fuerza de Pedro Sánchez

La maniobra de Pedro Sánchez apunta más a su propia estabilidad ante las primarias donde la sombra de Susana Díaz es alargada

19 mayo 2017 23:32 | Actualizado a 22 mayo 2017 11:38
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Las exhibiciones de fuerza delatan debilidad, y así se ve el golpetazo en la mesa de Pedro Sánchez, defenestrando a Tomás Gómez. Una destitución como esta, en un país donde sólo se deja un cargo si te saca la Guardia Civil con una orden judicial, no cuadra. Tomás Gómez no está ni siquiera imputado. Cierto que las filtraciones de la Udef pintaban mal, y si a cien días de las urnas cambiar de caballo es una temeridad, en la recta final sería catastrófico. Pero chirría fulminar a un dirigente con el aval de unas primarias por un futurible. Sánchez se ha permitido un golpe de fuerza disfrutando de sus cinco minutos de gloria como líder, pero puede que no sea un tiro en el pie, sino el cañón apuntando a la sien. La destitución va satinada con una pátina de ética -es verdad que la credibilidad no se construye lanzándole frases grandilocuentes a los rivales, sino limpiando en tus filas- pero esto canta a guerra de guerrillas en el socialismo. Sí, Tomás Gómez andaba hundido en las encuestas con la mitad de escaños que Podemos, pero eso le sucede a otros. Así que la maniobra de Sánchez parece apuntar más a su propia estabilidad ante las primarias donde la sombra de Susana Díaz cada vez se ve más alargada. Controlar Madrid es básico. Pero así, como al firmar el pacto de Estado con Rajoy sin respetar la línea roja de la cadena perpetua, parece actuar a la desesperada. Mal modo de legitimarse. Como le ha espetado Madina entre líneas, parece un pollo sin cabeza.

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