«Hacer una nación mejor» fue la receta de Ortega

1932. El filósofo reclamó «entusiasmo constructivo» para resolver el problema catalán y hacer un gran Estado español. No parece que a Rajoy y su Gobierno les entusiasme nada

13 octubre 2017 07:00 | Actualizado a 13 octubre 2017 07:03
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Una referencia recurrente de los analistas del conflicto político entre Catalunya y España es el célebre discurso de José Ortega y Gasset ante las Cortes Generales de la II República el 13 de mayo de 1932, durante la discusión del Estatuto de Catalunya. En los últimos años se ha citado hasta la saciedad su tesis de que «el problema catalán no se puede resolver, sólo se puede conllevar».

Ahora que Pedro Sánchez ha pactado con Rajoy la reforma de la Constitución a cambio del apoyo del PSOE a la aplicación, si llega el caso, del artículo 155, cabe recordar otros párrafos de las palabras de Ortega. El que sigue viene muy a cuento: «Si el sentimiento de los unos es respetable, no lo es menos el de los otros, y como son dos tendencias perfectamente antagónicas, no comprendo que nadie, en sus cabales, logre creer que problema de tal condición puede ser resuelto de una vez para siempre. Pretenderlo sería la mayor insensatez». Es la parte más pesimista del discurso, que incluye otro diagnóstico probablemente vigente: «Un Estado en decadencia fomenta los nacionalismos».

Pero Ortega también llamó a la regeneración y proclamó que «para la empresa de hacer un gran Estado español es necesario que nazca en todos nosotros lo que en casi todos ha faltado hasta aquí, lo que en ningún instante ni en nadie debió faltar: el entusiasmo constructivo». No sé que diría el filósofo madrileño ante el «entusiasmo constructivo» que muestran la mitad de los catalanes para edificar una Catalunya independiente y la táctica de mirar hacia otro lado adoptada por el Gobierno español ante semejante reto.

Tras años y años de quietismo, el choque de trenes con la Generalitat parece que forzará a que algo se mueva. Si es así, conviene recordar que aquel discurso de Ortega finalizó con un apasionado mensaje de esperanza, mucho menos citado: «La República tiene que ser para nosotros el nombre de una magnífica, de una difícil tarea, de un espléndido quehacer, de una obra que pocas veces se puede acometer en la Historia y que es a la vez la más divertida y la más gloriosa: hacer una nación mejor». 

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