Hermana encíclica

Francisco, en su Laudato Si (Alabado sea), no se contenta con formulaciones teóricas

19 mayo 2017 22:32 | Actualizado a 22 mayo 2017 18:00
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Cuenta Chesterton que cierto obispo, lamentando que un protestante dijera Pablo en lugar de San Pablo, comentó: «¡Al menos podría llamarle don Pablo!».

No es por descortesía que llamamos simplemente Francisco al actual Papa, sino que es el nombre que él escogió. Y lo hizo por su admiración hacia San Francisco de Asís, quien no fue un amante sentimental, ni menos un panteísta. Llamaba hermano a un asno o a un gorrión concreto, y amaba a cada persona, no a un conjunto nebuloso.

A algunos el árbol les impide ver el bosque. El santo de Asís, veía la cosa al revés, no quería que el bosque le impidiera ver el árbol, cada árbol, cada persona distinta y única.

Francisco, en su Laudato Si (Alabado sea), no se contenta con formulaciones teóricas; su llamada a la «conversión ecológica» pasa por una conversión del corazón, donde las palabras competitividad y descarte dejen paso a la palabra hermano.

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