Histórico y con mayúsculas

El fondo de recuperación que ha acordado la UE permitirá que nuestro país reciba 140.000 millones de euros en seis años

28 julio 2020 10:10 | Actualizado a 28 julio 2020 10:13
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Histórico. Soy consciente de que muchas veces se abusa de este adjetivo pero no es este el caso. Estamos, en efecto, ante un acuerdo histórico con mayúsculas. El fondo de recuperación que ha acordado la Unión Europea permitirá que nuestro país reciba 140.000 millones de euros en los próximos seis años. De esta cantidad más de 72.000 millones serán en forma de transferencias directas, es decir, de fondos libres de créditos.

¿Es mucho, es poco? Es la mayor cantidad de recursos europeos que hayamos logrado nunca. Para hacernos a una idea, diez veces más que los fondos de cohesión logrados por el Gobierno socialista en los años 80 y que tanto sirvieron para modernizar el país. De eso se trata ahora de nuevo, de modernizar nuestra economía productiva para superar la crisis lo antes posible y recuperarnos cuanto antes mejor. Y no solo eso, también servirán para que el Gobierno progresista garantice que esta recuperación sea verde, digital, moderna y social, y para que no deje a nadie atrás.

Europa ha cumplido pero por desgracia no podemos decir lo mismo de la oposición de derechas en el Congreso. «No apoyo al Gobierno del Partido Socialista, sino al gobierno de nuestro país», dijo el líder de la oposición de derechas en Portugal al apoyar a su ejecutivo en plena negociación comunitaria. Mientras, el parlamento italiano en pleno se levantaba para aplaudir la llegada del primer ministro Giuseppe Conte, recién llegado de la negociación con Europa. No es el caso de nuestro país. Aquí, a pesar de que el mismo PP tuvo que reconocer que estamos ante un gran acuerdo, la derecha y la extrema derecha siguen negando el pan y la sal al gobierno democrático de España considerándolo como «un gobierno ilegitimo» al que hay que derribar a toda costa. Mientras, el independentismo sigue llamando a la «confrontación definitiva» con las instituciones del Estado (y con más de la mitad del pueblo de Catalunya que no comparte los postulados del nacionalismo identitario). Nadie, ni el nacionalista más fanático, puede augurar que los resultados de esta «confrontación», que se desea y se anima, sean distintos a los catastróficos ya experimentados en estos últimos años.

Y cuando una ve tanto a la derecha-extrema derecha como al independentismo situados en la dinámica «cuanto peor, mejor», más y mejor valora actitudes responsables y respetuosas con el discrepante como las que practican tanto Pedro Sánchez como Salvador Illa. No son los gritos, ni los insultos, ni las descalificaciones las que escribirán nuestra historia. Estamos ante una gran oportunidad. Ahora la pregunta que sobrevuela la política catalana es: ¿los recursos que obtendrá Catalunya gracias a este gran acuerdo europeo quien los gestionará? ¿Un Gobierno sin lealtad ni cohesión interna de los partidarios del señor Puigdemont con ERC, que los mismos votantes independentistas consideran como el más incapaz de nuestra historia contemporánea?

¿O un gobierno progresista liderado por Miquel Iceta y que trabaje para el bienestar de más de 7’5 millones de catalanes y catalanas, y no de menos de dos millones como hasta ahora? Esta es la tesitura que el pueblo de Catalunya tendrá que resolver en las próximas elecciones al Parlament.

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