Hora del voto telemático

En las elecciones catalanas de anteayer, el voto por correo subió un 350% con relación a las autonómicas de 2017. Era perfectamente lógico este espectacular ascenso ya que la pandemia del coronavirus, en pleno furor contagioso, ha puesto en riesgo la vida de los electores que han acudido a las urnas, y en todo caso ha incomodado a los cívicos ciudadanos, que han tenido que guardar larguísimas colas en muchos casos.

La pandemia ha servido 
-quizá sea la única utilidad que dejará entre nosotros- para impulsar el teletrabajo, que en muchas actividades y sectores resulta todo un hallazgo: facilita el desempeño, ayuda a la conciliación, reduce los costes fijos (en oficinas e instalaciones), genera menos tráfico en las horas punta cuando la gente va o vuelve del trabajo, mejora la calidad de vida de casi todos los trabajadores, etc.

Parecería, pues, lógico que este avance basado en la tecnología -solo internet ha hecho posible este avance- sirviera también para canalizar el sufragio activo.

En otras palabras, no se entiende que no se haya establecido ya un procedimiento seguro de voto telemático, que sustituya al anticuado voto por correo y que facilitaría grandemente la participación, sin necesidad que el censado esté precisamente su circunscripción.

Este es uno de los cambios que se pueden predecir con toda certidumbre, y que, sin embargo, nadie parece tener demasiado interés en instalar e implementar.