Horizontes cercanos

Iglesias inicia su triunfal carrera hacia el 'sorpasso', y tentetieso

19 mayo 2017 19:32 | Actualizado a 21 mayo 2017 20:40
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Acusamos a nuestros políticos, no siempre injustamente, de no ver más allá de sus narices. El porvenir se nos ha echado encima y no admite espera. Por eso todos están en campaña, no sólo Rajoy, que es el que ganó la última. Cuando la gente, que es la que más nos importa, dice eso de ¿dónde vamos a parar?, hay que responderle que no vamos a parar. Todo va a seguir mientras estemos vivos, aunque cada vez vivamos peor, pero nos siguen entreteniendo las peleas entre los náufragos. Los que quieren alcanzar la tierra del poder pueden llegar exhaustos y con apenas fuerzas para tumbarse en la arena, que digan lo que digan siempre es numerable, grano a grano. El espectáculo, que tiene los meses contados, es aburridísimo, pero los espectadores estamos maniatados y no podemos abandonar nuestras butacas, aunque sean incómodas, porque tampoco sería deseable quedarnos con el culo al aire. ¿A qué carta quedarse cuando la baraja está trucada por los tahures, ya sean de buena fe o de engañosa esperanza. Todos los que aspiran a gobernarnos quieren tener talento de gobernantes, pero son muchos los llamados y al parecer ninguno es el elegido por los caprichosos dioses. La única intriga de los electores es cuál será el menos bruto. Iglesias inicia su triunfal carrera hacia el sorpass0 y tentetieso y se distancia de Errejón, que está maduro sin estar podrido, y Rajoy dice que Rivera está entregado al PSOE. No se aguantan entre ellos, aunque en las fotografías parece que siempre han tenido mucho gusto en conocerse. ¿Qué pasaría si el horizonte se incorporara, cansado de estar tendido? Me lo he preguntado siempre, en verso y en prosa, porque llevo la mayor parte de mi insignificante trayectoria vital frente al mar. No lamento que cuando me vaya se queden los pájaros cantando, sino que lleguen las olas hereditarias a los pies de mi casa y no pueda contarlas. Siempre son la misma. Regresan desde aquel balneario de mi infancia con nombre carmelitano hasta esta orilla última. El horizonte se confunde. Es cruz y raya.

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