Imprevisión mortal, otra vez

Achacar al cambio climático los desastres de los aguaceros es eludir la responsabilidad por el deficiente urbanismo

 

11 octubre 2018 15:51 | Actualizado a 11 octubre 2018 16:00
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La peculiar característica del clima mediterráneo ha vuelto a poner en evidencia los irresponsables planes urbanísticos llevados a cabo en muchas poblaciones turísticas y la falta de medidas preventivas para subsanar unas deficiencias estructurales sobradamente conocidas. Achacar el desastre vivido en las últimas horas, sobre todo en la localidad mallorquina de Sant Llorenç, al cambio climático es una ligereza que no sirve para ocultar la propia responsabilidad. El caso de Sant Llorenç es el paradigma del despropósito urbanístico sobre el que hemos basado el crecimiento urbano. El geógrafo Miquel Grimalt, en una entrevista a IB3, ha asegurado que el mortal torrente mallorquín «parece diseñado por un asesino en serie». Deberíamos preguntarnos ¿cuántos torrentes de Sant Llorenç tenemos a lo largo y ancho de nuestra costa? Sin duda, innumerables. El avance de las ciudades costeras se ha lanzado a una expansión que ha pasado por encima de los barrancos naturales por los que discurren cíclicamente los grandes aguaceros propios del clima mediterráneo. La desviación del cauce de las aguas se ha realizado sin las adecuadas previsiones, en la mayoría de los casos para ahorrar costos. El problema se agrava cuando los trabajos de limpieza y mantenimiento de los cauces brillan por su ausencia, también para aligerar presupuestos. Finalmente la fugaz memoria incide fatalmente en la reiteración de los desastres. Ninguno de los escenarios en los que ahora hemos vivido situaciones dramáticas ha experimentado por vez primera el caos. Todos tienen antecedentes más o menos lejanos, más o menos virulentos, pero el agua tiene un retorno periódico que los geógrafos y expertos en meteorología tienen estudiado. Entonces, ¿por qué no se adoptan las medidas preventivas necesarias? Si no alcanzan los presupuestos para arreglar el problema de forma definitiva, ¿por qué no se adoptan las señalizaciones y restricciones imprescindibles para evitar que las trombas de agua sigan sorprendiendo? Son preguntas que seguiremos haciendo.

 

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