Las humillaciones causadas en la Plaza Mayor de Madrid por un grupo de aficionados del PSV Eindhoven a unas mendigas rumanas han despertado la indignación general.
He recordado, por contraste, la dignidad con que las personas indigentes fueron protagonistas de un acto al que asistí recientemente: una misa organizada por la Comunitat de Sant Egidi en la parroquia de la Trinitat, de Tarragona, por las personas «sin techo» fallecidas en la calle en diversas poblaciones.
Entre los asistentes hubo una docena de personas sin hogar y celebró Mn. Armand Puig, que las conocía a todas. Se leyó una lista de indigentes y el lugar donde murieron. Cada uno con su nombre. No eran seres anónimos, sino personas cada una con su dignidad reconocida. En ocasiones gentes sin nada que dieron en su vida ejemplo de solidaridad y gratitud. Eran personas ricas, aun no disponiendo ni de lo más necesario.