El término ‘intelectual’, que comenzó a ser aplicado en Francia con Zola, tuvo nombres propios en el país, como Sartre, Camus, Malraux, Aron… Hicieron «una reflexión crítica de la realidad que les dio autoridad sobre la opinión pública» (una definición de intelectual).
En el mundo británico, Toynbee, Huxley, Orwell… tuvieron ‘olfato vanguardista’, capacidad de ver qué pasaría en la sociedad. En Alemania asistimos a un diálogo de altura entre Habermas y Ratzinger. En Italia, al debate entre Martini y Umberto Eco.
En España sigue citándose a Unamuno y Ortega como si no hubiera pasado el tiempo. Faltan diálogos y debates. ¿Los hemos sustituido por tertulianos que en vez de polemizar sobre libertad y determinismo discuten sobre Neymar?