Durante cinco años, desde que Carme Forcadell, al frente de la ANC, diera la señal de partida, toda la estrategia de las movilizaciones tuvo como objetivo la independencia.
Un lustro después acabó proclamándose, pero los mismos impulsores reconocen que Catalunya no estaba preparada. Artur Mas confesando que no puede haber «una independencia real»; Marta Pascal, Santi Vila, Benet Salellas, asegurando que no hay «estructures d’Estat». ¿Por qué antes simulaban lo contrario? Emplearon la astucia incluso con sus seguidores.
Como en una película de misterio ocurre todo lo impensado: el golpe de efecto de Rajoy, la nula reacción popular al 155, la huida de Puigdemont… aunque humorísticamente cabe decir que es el único que ha cumplido su promesa electoral: irse de España.