Joan Oliver o la culpa es de todos los demás

El máximo accionista del CF Reus intenta salvar el club por propio interés. Si la entidad desciende será imposible poder vender

 

30 diciembre 2018 22:03 | Actualizado a 30 diciembre 2018 22:38
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El máximo accionista del CF Reus, Joan Oliver, compareció ayer en rueda de prensa para dar su versión de la crítica situación por la que atraviesa el club. En toda su larga intervención no se atisba un halo de autocrítica. Para Oliver, la solución al problema del Reus «es financiera y yo no la tengo», ha dicho. Y a renglón seguido ha culpado de esta carencia financiera a «determinados estamentos nacionales que no han ayudado nada». También ha extendido las culpas al escaso aforo del estadio municipal, a los pocos socios (el Reus es el equipo de Segunda A con menos abonados), e incluso a los jugadores, a los que ha echado en cara su poco compromiso con la entidad. El reparto de culpas foráneas ha llegado incluso al gobierno chino, al que acusa de haber cambiado su política de inversión en clubes de fútbol europeos, una situación que ha trastocado todos los planes de captación de capital que había previsto. Este asunto ha sido el único en el que Oliver ha asumido su culpa al no haber sabido detectar el giro de la política inversora china. En todo lo demás, el propietario del Reus ha tirado pelotas fuera. Para nada ha entonado el mea culpa por su actitud de enfrentamiento con todo el mundo, hasta con su propia sombra. Oliver ha mantenido conflictos con los máximos estamentos del fútbol, tanto la Liga como la Federación, se ha puesto la afición en contra con una política de abonados que ha expulsado a los ciertamente escasos seguidores. Incluso ha medido sus fuerzas con el Ayuntamiento en el episodio de amenazar con ir a jugar a otro estadio fuera del municipio de Reus. En todos los proyectos complejos la suma de complicidades es indispensable, sobre todo en entidades en las que, como un club de fútbol, suman una parte emocional muy importante. Oliver ha sido el principal culpable de extender sobre la marca CF Reus una sombra permanente de duda. ¿Quién ha de apostar por una entidad abarrotada de malos presagios? Incluso su anuncio de querer vender para irse es la peor táctica para encontrar a alguien que quiera tomar el relevo.

 

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