Jugadores de ventaja

El mundo en que vivimos tiende a disipar la diferencia entre legalidad y vergüenza. Es cierto que tener una sociedad opaca en Panamá no es delito si se ha declarado convenientemente a la Hacienda correspondiente y se pagan los impuestos debidos. En ese caso, si es que lo hay, la legalidad queda por encima de cualquier sospecha de actuación ilícita, pero queda la impresión general de que convivimos con una elite de jugadores de ventaja. Sobre todo por parte de dirigentes políticos que se empeñan en demostrarnos que sus decisiones e iniciativas son las mejores para los ciudadanos a los que prestan sus servicios. Los datos que hemos conocido de los papeles del bufete de Panamá deja bastante mal parados a una serie de personalidades políticas internacionales que tendrán que dar explicaciones o, sencillamente, dimitir e irse a su casa. Islandia vuelve a dar ejemplo en este sentido y su primer ministro, implicado en los papeles de Panamá por haber tenido una empresa en un paraíso fiscal, dimitió ayer. La macro filtración de millones de documentos del bufete panameño que se dedicaba a crear sociedades opacas todavía guarda muchos datos que van a salir a la luz. Hablamos de los políticos, pero también habría que exigir todo el peso de la ley y la consiguiente pérdida de prestigio social para aquellos que se confirme que han utilizado este método para eludir las obligaciones fiscales con las que apechugan el resto de ciudadanos.