Juglar y caballero

Elton John representa mejor que nadie el triunfo del trovador frente al poeta

19 mayo 2017 22:17 | Actualizado a 22 mayo 2017 14:41
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El gran Elton John, después de medio siglo de carrera y más de 4.000 conciertos, se sigue subiendo al piano de un salto, a sus 68 años, cosa que no pueden hacer los más jóvenes poetas, no porque no tengan fuerzas, sino porque no tienen piano y, sobre todo, porque no tienen público que les jalee. Sir Elton John representa mejor que nadie, muerto Michael Jackson, el triunfo del trovador frente al poeta y por eso llena los estadios, mientras los líricos puros siguen llevando “la vida jugada y andando a mucho peligro”. Han acordado que la poesía es imprescindible, pero no saben para qué. Que yo sepa, sólo Evtuchenko era capaz de agotar las entradas de los recintos deportivos, pero como eso sucedía en tiempos estalinistas no sabremos si el acceso al local, además de ser gratis, era obligatorio. También es posible que el público prefiriese oír a un hombre solo que comparecer en un teatro para escuchar una ópera en cinco actos.

El desplazamiento de los poetas, entre otras cosas, proviene por el desdén al canto llano del humilde payador y convertirlo en un lenguaje de secta. Hay quienes urden meritorios renglones cortos aptos para ser leídos también de abajo arriba, con idéntico estremecimiento. Cuando Sartre definió a los poetas como unos señores a los que pagan por quejarse, exageraba. A los poetas no les pagan desde que abandonaron la vihuela. Bien lo sabe Chus Visor, que algún día tendrá un monumento en el lugar que ocupa su librería. Los lectores, en gran parte, se han convertido en oyentes y prefieren que la poesía, siempre que vaya unida a la música, le entre por un oído y le salga, a todo correr, por el otro. Si Walt Whitman viviera lo primero que tendría que hacer sería adquirir una guitarra y lo segundo contratar a un buen manager. Incluso el Chapo Guzmán si cantara un corrido sobre su fuga vendería más discos que Chavela Vargas. Quizá el cliente no tenga razón siempre, pero tiene el dinero necesario para hacer ricos a sus ídolos de temporada.

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