La Anunciación

Fra Angélico era un fraile dominico italiano con una gran habilidad para la pintura

19 mayo 2017 23:15 | Actualizado a 22 mayo 2017 21:35
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Fra Angélico era un fraile dominico italiano con una gran habilidad para la pintura. En el Museo del Prado puede contemplarse su famosa Anunciación, que pintó sobre tabla hacia 1430. Es la representación artística más popular que tenemos del anuncio que hizo el Arcángel San Gabriel a la Virgen María de que sería madre del Mesías largos siglos esperado. En la pintura el arcángel de túnica rosa y alas doradas parece sorprender a María, vestida de rosa y azul, cuando estaba leyendo un libro bajo un pórtico de mármol, gusto de la época del artista. La escena se enmarca en un jardín que representa el Paraíso, y en un ángulo se pueden ver, como personajes secundarios, a Adán y Eva, cabizbajos y compungidos. Significa que la Virgen María, como nueva Eva, ayuda con su disposición humilde a la redención que su Hijo traerá al mundo.

Cada 25 de marzo, cuando faltan justamente nueve meses para la Navidad, la Iglesia celebra este momento de la Anunciación y nos presenta a María como modelo de entrega generosa a la voluntad de Dios por encima de todos los planes personales. La antífona de la misa recalca las consecuencias de esta buena disposición diciendo: «La Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria».

Por supuesto nadie en el mundo, ni siquiera en Nazaret, pudo apercibirse del acontecimiento que acababa de producirse en la intimidad de aquella joven del pueblo. Tampoco nadie entra en nuestro interior cuando somos dóciles a las mociones del Espíritu Santo y le decimos al Señor que sí en tantas circunstancias de nuestra vida.

Santa María es modelo también en esto, en su sencillez, en vivir la virtud sin ruido. No presume, ni se enorgullece del título más elevado de Madre de Dios, que pudo tener una criatura humana. Por el contrario, aquella que sería alabada por todas las generaciones «porque ha visto la humildad de su esclava», se pone a servir, o mejor a seguir sirviendo, como ya hacía. El Arcángel le ha informado que su prima Isabel espera un hijo y que ya está de seis meses la que llamaban estéril. Y allí marcha a ayudarla.

Esta actitud de ponernos en marcha es la que el papa Francisco nos reclama a los que hemos recibido la buena nueva del Evangelio. No quedarnos en casa, ni encerrarnos, sino salir al encuentro de otros, comenzando por aquellos que pueden necesitar de nuestra ayuda.

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