La Declaración de Zaragoza

La Declaración de Zaragoza puede ser el germen que fuerce la reforma del Estado y permita abrir un camino para resolver la situación de tensión que vive Catalunya

25 septiembre 2017 19:23 | Actualizado a 25 septiembre 2017 19:27
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Aestas alturas, Mariano Rajoy ya debería haberse percatado de que el movimiento independentista en Catalunya no es un asunto de cuatro gatos. A estas alturas, Mariano Rajoy ya debería ver que con medidas policiales y judiciales no logrará resolver el problema. A estas alturas, Mariano Rajoy ya debería tener la suficiente lucidez para tomar iniciativas políticas que, de momento, no añadan más leña al fuego y que sirvan para abrir caminos a una solución política del conflicto. Compete a Mariano Rajoy como presidente del Gobierno y como máximo depositario de todos los recursos del Estado, tomar la iniciativa. Una iniciativa que no corresponde precisamente al movimiento de tropas, a la multiplicación de demandas o a la condecoración del responsable de fletar un barco decorado con los personajes de dibujos animados para alojar a los policías. Es una anécdota muy ilustrativa sobre el grado de impericia con que obra el gobierno de Rajoy. Sencillamente no se enteran. Y si Mariano Rajoy es incapaz de mover ficha en esta línea pacificadora, negociadora y de esperanza para una reforma del Estado que abra nuevas perspectivas de convivencia, corresponde tomar la iniciativa a las fuerzas de la oposición. El PP tiene una enorme fragilidad parlamentaria. Hay alternativa. Un primer paso para buscarla, en el caso de que Rajoy siga parapetado en su dontancredismo, puede ser la Declaración de Zaragoza suscrita ayer. La reunión de la España plurinacional, promovida por Podemos y su constelación de aliados, con el nacionalismo vasco, el Partit Demòcrata y ERC así como Compromís, han exhortado al PSOE para que se sume a la refundación del Estado, y para que Pedro Sánchez abandone su alianza estratégica con el PP y Ciudadanos, en su «política de excepcionalidad y de represión, que amenaza las libertades fundamentales constitutivas de la democracia». El reto está en manos socialistas. Tienen una oportunidad histórica para detener esta sinrazón. O Rajoy rectifica y abre la reforma del Estado o serán otros quienes deban asumir esta responsabilidad.

 

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