La Justicia no entiende de política, y al revés

Es precisamente la independencia judicial la que impide a Rajoy poder modular la respuesta a la crisis con Catalunya.

 

06 enero 2018 09:17 | Actualizado a 22 febrero 2018 17:46
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Aestas alturas resulta ocioso comenzar por lo obvio, pero no queda otro remedio porque en su reconocimiento radica la posible solución. Catalunya vive en estos momentos un problema político y ha de ser la política la única vía posible para encontrar una solución. Reiteramos que es, en principio, un problema catalán porque, como ha quedado reiteradamente demostrado en las urnas, la sociedad catalana se encuentra dividida en dos mitades prácticamente equiparables respecto a la independencia. Por tanto, es en Catalunya donde en principio se debe alcanzar un pacto para organizar la convivencia a sabiendas de que hay dos grandes bloques antagónicos respecto al modelo de organización política. Lo que no nos podemos permitir es instalarnos en una situación de crisis permanente que sólo puede abocarnos a la división, al enfrentamiento y a la ruina total como país. Esta búsqueda de acuerdo debe pasar inexcusablemente por una profunda autocrítica por parte de los partidos independentistas. De las propias filas de las tres formaciones que abogan por la proclamación de la república han comenzado a surgir voces críticas por la forma alocada, irreflexiva e irresponsable con que se condujo todo el procés. Sólo reconociendo los propios errores podrá evitarse una reiteración en los mismos. Por parte del Gobierno central urge asumir también responsabilidades y comenzar de una vez a tomar iniciativas políticas que marquen caminos viables de solución. Si Rajoy se queda anclado en la vía judicial, el problema no se resolverá nunca. Se equivocan quienes piensan que la Justicia no obra de forma independiente. Es precisamente en esta independencia judicial donde ahora encuentra el Gobierno su principal problema. La libertad de los jueces impide al Gobierno modular la aplicación de medidas. Así se producen autos como el de ayer del Tribunal Supremo que, en términos jurídicos es impecable, pero que políticamente es una barbaridad. Se diría que Junqueras hubiera asaltado La Moncloa a las armas. No es esto. No es esto. 

 

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