La agonía soberanista

Artur Mas ha logrado mediante marrullerías tácticas prolongar su posición al frente de la Generalitat

19 mayo 2017 23:44 | Actualizado a 22 mayo 2017 11:27
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Artur Mas, que no se ha dado por aludido al conocerse los resultados oficiosos del 9N que han puesto de manifiesto la falta de masa crítica del soberanismo para plantear su aspiración independentista, ha logrado mediante marrullerías tácticas prolongar su posición al frente de la Generalitat y eludir el riesgo de perder el control del ‘proceso’ a manos de la poderosa ERC, que en todas las encuestas recientes obtiene más apoyo electoral que CiU.

En efecto, unas elecciones inmediatas sin lista única, como quería Esquerra, suponía para Artur Mas la entrega del poder, con armas y bagaje, al competidor nacionalista, a Junqueras. El aplazamiento no garantiza que vaya a ser de otra manera, ni mucho menos que con el paso del tiempo se consigan más apoyos para el soberanismo, pero sí podría suceder que ERC perdiera fuelle si se produce, como se prevé, la irrupción de Podemos.

En efecto, con el paso de los meses irán desgranándose los desarrollos judiciales del ‘caso Pujol’ y del ‘caso Pretoria’ -en el que están implicados Prenafeta y Alavedra, entre otros, colaboradores directísimos de Pujol-, que inevitablemente tendrán que salpicar, aunque sea indirectamente, a Mas, delfín del patriarca, conseller de Economia y en cap mientras aquellos se enriquecían obscenamente. No parece que esta secuencia sirva para captar a muchos más independentistas dispuestos a abrazarse a la bandera de CiU. De otra parte, sin embargo, puede confirmarse que Podemos termine convirtiéndose en el auténtico caballo de Troya del independentismo radical, ya que es una evidencia que ERC y la CUP han captado para su causa nacionalista a muchos radicales indignados con el sistema establecido que se encuadraron en estos partidos porque no había una fuerza ‘laica’ -no nacionalista- a la que adherirse.

A nadie se le escapa que, aunque el acuerdo CiU-ERC permitirá aprobar los presupuestos para 2015, la persistencia del fervor soberanista contaminará toda la obra de gobierno del Ejecutivo catalán hasta al menos las elecciones de septiembre, periodo durante el cual el gobierno catalán consumirá sus energías en pintorescos preparativos para la independencia. Se quiere sentar las bases de una seguridad social propia, de un servicio exterior, etc., además de ponerse en marcha la redacción de una utópica Constitución. Todo ello constituye una colosal falta de respeto al electorado, que ve con amargura cómo toda la política catalana no tiene otra preocupación que la inefable búsqueda del paraíso independiente

Y es difícil que fuera de otro modo, habida cuenta de la gran diferencia ideológica y programática que separa a CiU de ERC, incapaces de aliarse para gobernar y sin embargo fundidos en el gran objetivo nacional.

En medio de todo este maremágnum hay un silencio penoso y, si se me apura, indecente: el de Unió Democràtica de Catalunya, la formación de Duran Lleida, que asiente con impotencia a este dislate. Incluso con agrado, a juzgar por el rostro complacido en las fotografías oficiales de la vicepresidenta de la Generalitat y de la presidenta del Parlament, ilustres miembros de la democristiana formación, cómplice de los desmanes de CDC.

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