La caridad del Papa

El mundo está conmovido por la caridad del Papa de los pobres. Este nuevo Francisco de Asís, como se autocalificó, acaba de llevarse doce pobres refugiados al Vaticano, como lavó los pies a doce pobres e incluso puso duchas para que no olieran tan mal los que duermen en las columnatas de su palacio Vaticano, y fue a comer con ellos un día a la barriada del Trastévere.

Seamos mínimamente serios. Jesús dijo que si alguien te pide el manto, le des hasta la camisa, y que si quieres ser su discípulo, vendas lo que tienes, lo des a los pobres y le sigas. Un cuadro o estatua de los miles que tiene el museo vaticano habría cubierto de sobra todas esas y muchas otras ‘caridades’. Como los anteriores, lo que este Papa enseña con sus hechos –envueltos en piadosos sermones de amor al prójimo– es a que sigamos acogiéndonos al truco de dar una limosnita para acallar nuestra conciencia. Y los fariseos seguirán escandalizándose de quienes les recuerden el Evangelio, y crucificándoles como a su Maestro.

María Faes Risco

(Madrid)