En 2003 Mijaíl Gorbachov publicó un breve libro, de título Carta a la Tierra, en el que exponía tres grandes retos de futuro: lograr la paz, luchar contra el hambre y proteger el medio ambiente.
Decía que pasear y observar la Naturaleza era para él algo casi religioso, y lamentaba el desconocimiento de sus nietas, y de todos en general, sobre los nombres de los árboles, las flores y los pájaros que oímos cantar.
Denunciaba los efectos perversos del calentamiento global, la contaminación del aire y los océanos y pedía una nueva mentalidad en los dirigentes.
Han pasado 16 años y su denuncia sigue ahí, del mismo modo que es vigente la frase de Churchill: el político piensa en las próximas elecciones; el estadista, en las próximas generaciones.