La decisión ‘salomónica’ de Torrent

El president del Parlament evita contravenir al Tribunal Constitucional pese a provocar el enfado de Puigdemont y la CUP.

 

31 enero 2018 19:15 | Actualizado a 22 febrero 2018 17:46
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En la primera decisión de gran trascendencia que ha tenido que adoptar el nuevo president del Parlament, Roger Torrent, ha hecho patente que no piensa desafiar la legalidad española y menos a su máximo estamento, el Tribunal Constitucional. Sin embargo, y de forma paralela, Torrent se ha mantenido firme en la designación de Carles Puigdemont como candidato a la investidura. En las filas de ERC han considerado «inteligente, honesta y valiente» la decisión de Torrent, mientras en Junts per Catalunya han saltado voces muy críticas que deseaban que el pleno de investidura se celebrara ayer de todas las maneras. En la misma línea se manifestó la CUP cuyos cuatro diputados ocuparon sus escaños en el hemiciclo para expresar su protesta. ¡Cómo cambian los vientos políticos! ERC toma caminos de sosiego sin renunciar a sus principios, mientras son los herederos de la centrada Convergència quienes se echan al monte y proclaman un nuevo desafío al Estado ignorando las consecuencias que pueda acarrear la táctica de confrontación permanente. El Gobierno central por su parte sacó pecho por la decisión de Torrent de aplazar, que no suspender, el pleno de investidura hasta nueva orden. El presidente del Parlament, con su decisión salomónica, ha ganado tiempo respecto al dilema que le ha planteado el Tribunal Constitucional al prohibir la investidura a distancia o telemática de Puigdemont de forma preventiva. Cierto que la decisión de Torrent ha provocado el enfado en las filas de Junts per Catalunya (JxCat) y de la CUP, pero el president de la Cámara he evitado seguir el mismo camino que su antecesora Carme Forcadell. Este primer round obligará a centrar el debate interno en las filas independentistas. Torrent, interpretando el sentir general de los dirigentes de ERC, prioriza la recusación del Govern y la desactivación del 155. Para ello es imprescindible una investidura que no sea bloqueada por el Constitucional, es decir, es preciso proponer un/una presidenta elegible. Evitar nuevas elecciones es en lo único que hay consenso.

 

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