La exhumación de Franco

Vía libre a la exhumación de Franco y a desvestir el Valle de los Caídos de su carácter simbólico. El Congreso de los Diputados convalidó ayer el decreto del Gobierno para exhumar los restos del dictador y trasladarlos a otro lugar que deberá determinar la familia, en primera instancia. La votación ha arrojado 176 votos a favor de PSOE, Podemos, ERC, PNV, PDeCAT y Bildu; 165 abstenciones procedentes de las bancadas de PP y Ciudadanos y dos votos en contra de los diputados populares Jesús Posada y José Ignacio Llorens (diputado por Lleida de avanzada edad) que, según fuentes del PP, se han producido por «error». Desde un principio PP y Ciudadanos han argumentado que su negativa a votar a favor de la medida responde a que no consideran necesario que se tramitara con carácter de urgencia. Sin embargo, la actitud tibia con una medida que se debía haber tomado hace años huele a disputa entre ambas formaciones por atraer el voto más conservador. En concreto, es previsible que el PP hubiera votado a favor de la exhumación de no haber sentido el aliento de Ciudadanos en el cogote. El hecho es significativo y delata que el franquismo sociológico todavía alberga, presumiblemente, una importante bolsa de votos. Lo ratifica también el hecho de que hayan tenido que transcurrir cuarenta años del fallecimiento del dictador para adoptar una medida que Europa aplicó de inmediato con todos los símbolos de los correligionarios ideológicos del franquismo. Ahora los restos de Franco serán entregados a la familia y si los nietos del dictador no aceptan el cuerpo, el Gobierno le buscará «un lugar digno». El debate sigue abierto respecto al futuro del Valle de los Caídos. Se hace difícil reconvertirlo en un monumento a la reconciliación. Su estructura, su concepción, su diseño y todos los recuerdos y escenas que ha protagonizado imposibilitan un cambio simbólico tan radical. El Valle debe quedar como testimonio histórico de una época oscura de España y como lección permanente de lo que nunca más debe suceder.