La falsa ignorancia de María Neira

La responsable de la OMS mostró su inquietud ante las discrepancias estratégicas mostradas por algunas de nuestras administraciones
 

11 octubre 2020 07:30 | Actualizado a 11 octubre 2020 15:14
Se lee en minutos
Participa:
Para guardar el artículo tienes que navegar logueado/a. Puedes iniciar sesión en este enlace.
Comparte en:

El efecto Dunning-Kruger, sobre el que ya escribí hace unas semanas en estas mismas páginas, es un sesgo cognitivo que multiplica la prepotencia y el aplomo de los individuos más torpes e ignorantes, mientras favorece la modestia y la incertidumbre en las personas más sabias y preparadas. Nuestras calles -y nuestras instituciones- están repletas de ejemplares que responden al primer perfil psicológico (el ultracrepidiano o cuñado de toda la vida), mientras el espécimen contrario es mucho más difícil de detectar. Aun así, la extrema prudencia verbal que mostró la directora del Departamento de Salud Pública y Medio Ambiente de la OMS, al referirse a la evolución de la pandemia en España, sugería esta segunda sintomatología. Sin embargo, sospecho que lo suyo no fue una duda metódica (sólo sé que no sé nada) sino un derroche de cortesía de quien no pretendía resultar excesivamente hiriente.

Efectivamente, la pasada semana, María Neira participó en un encuentro telemático sobre el coronavirus, organizado por Nueva Economía Fórum. Su comparecencia tuvo cierto eco mediático tras reconocer que la Organización Mundial de la Salud no conseguía explicarse qué es lo que estaba fallando en España. Ciertamente, la Moncloa ha impuesto algunas de las medidas más restrictivas del planeta (por ejemplo, la obligatoriedad de usar mascarilla sin excepciones) y, sin embargo, nuestras cifras de contagios, ingresos y fallecimientos son sensiblemente peores que en otros países mucho más permisivos. Pero la alta representante de la OMS también nos regaló algunas otras perlas que convendría recordar.

Por un lado, la ponente recomendó analizar la situación de la atención primaria y los cribados que allí suelen realizarse, con la finalidad de detectar y corregir las debilidades del sistema. Y, sin duda, lo dijo por algo. En relación con lo anterior, destacó la importancia de cuidar a los profesionales sanitarios y proporcionarles las herramientas suficientes para llevar a cabo su trabajo, así como ofrecerles una adecuada formación y unas buenas condiciones laborales: «Dedicar recursos a ellos es una inversión muy eficaz».

En España hay una falta de planificación sanitaria, de rastreadores, de medios, de análisis de los datos, de claridad normativa...

En segundo lugar, la experta de la OMS señaló que «también es necesario que se revise el plan de detección, rastreo, aislamiento y cuarentena de los contactos, así como asegurar que hay un seguimiento de los mismos. Si faltan rastreadores, habrá que poner rastreadores. Y si hace falta corregir algo, habrá que hacerlo». Cualquiera diría que María Neira había llamado personalmente al 061 unas horas antes del encuentro, y había comprobado en sus propias carnes la peculiar eficacia del actual sistema.

Por otro lado, destacó que los modelos de vigilancia vírica sólo sirven si detrás cuentan con una estrategia global bien diseñada, y con personas expertas en interpretar la información que se vaya generando de forma permanente: «Hemos visto que podemos tener los sistemas epidemiológicos más sofisticados, las mejores bases de datos, de análisis... Pero si no hay una mente inteligente detrás que lo analice, no sirven para tomar decisiones, para aprender, para corregir y para adaptar lo que sea necesario».

En cuarto lugar, animó a las administraciones a dar instrucciones claras a los ciudadanos para generar confianza en las medidas que se aplican. Sin duda, la comprensión e interiorización del contenido y la finalidad de un mandato oficial favorece mucho más su acatamiento que el mero llamamiento a una obediencia ciega, y la disparidad de criterios gubernamentales no ayuda en absoluto a lograr esa necesaria mentalización colectiva.

Me gustaría destacar un último punto de su intervención, que tiene mucho que ver con este aspecto. En efecto, Neira no dudó en mostrar su inquietud ante las discrepancias estratégicas mostradas por algunas de nuestras administraciones durante las últimas semanas. Pese a mostrarse muy cauta al respecto, reconoció su preocupación ante estos conflictos institucionales. «Ayer todos los periódicos internacionales abrían con la noticia de estos desacuerdos, y esto no es algo que uno quiere ver. Yo preferiría leer que España es ejemplo de gestión», aunque la OMS carece de los «elementos suficientes» para juzgar «dinámicas internas» de las administraciones.

El último episodio de este esperpento político se ha vivido en la Comunidad de Madrid. El presidente del Gobierno, en su estrategia de cogobernanza sanitaria (que persigue también, no nos engañemos, cierto intento por difuminar responsabilidades) había ofrecido tres alternativas a Isabel Díaz Ayuso: dictar una orden autonómica de medidas especiales, solicitar un estado de alarma gestionado colaborativamente, o someterse a un contexto similar pero conducido unilateralmente desde la Moncloa. Según el ejecutivo, el inicio del puente del Pilar exigía implementar restricciones urgentes para la entrada y salida de la capital y los otros municipios madrileños en los que ya había confinamientos previos: Alcobendas, Alcorcón, Fuenlabrada, Leganés, Móstoles, Parla, Torrejón de Ardoz... Finalmente, el empecinamiento de la presidenta terminó forzando la última opción, desatando una crisis entre partidos e instituciones que traerá cola durante las próximas semanas: los socialistas acusan a Ayuso de irresponsabilidad, los populares reprochan al Gobierno el incumplimiento de los criterios pactados, Ciudadanos hace tambalearse la coalición madrileña, Vox pide elecciones anticipadas y anuncia movilizaciones…

Aunque la directora del Departamento de Salud Pública y Medio Ambiente de la OMS comenzó su intervención fingiendo que no sabía qué estaba fallando en España, en realidad lo sabía perfectamente: falta de planificación sanitaria, falta de rastreadores, falta de medios, falta de análisis de los datos, falta de claridad normativa… Y, como trasfondo, falta de unidad institucional. Llevamos años denunciando que la ideologización de cuestiones eminentemente técnicas, la vulgarización del debate público y la estrategia perversa de forzar la polarización social, terminarían llevándonos al desastre. Ahí lo tenemos.

*Dánel Arzamendi. Colaborador de Opinió del ‘Diari’ desde hace más de una década, ha publicado numerosos artículos en diversos medios, colabora como tertuliano en Onda Cero Tarragona, y es autor de la novela ‘A la luz de la noche’.

Comentarios
Multimedia Diari