La generación de las cajas: una lección de futuro

No deberían ser sólo los partidos políticos los que dispusieran de las ingentes inversiones que desde Bruselas se ha acordado para nuestra recuperación. Necesitamos que toda la sociedad sea incluida

24 marzo 2021 09:20 | Actualizado a 24 marzo 2021 10:15
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Muchas de las lecciones que nos permitirán abrirnos paso hacia el futuro en estos momentos tan complejos están en el pasado. La historia, es cierto, no se repite; pero rima. Y más la Historia de los ciclos económicos que, como bien demostró Kondratiev, siempre es la misma: pasamos de la euforia a la depresión y en ese tránsito aumenta la desigualdad.

La única estabilidad posible para superar estos altibajos es la que nos proporciona nuestra capacidad de cooperación. Porque los humanos hemos nacido para cooperar o ser desgraciados. Y ahora en que la pandemia ha puesto en valor el que tiene el estado y todo cuanto, como la sanidad o la educación, compartimos son muchas las voces que piden más cooperación público-privada.

Porque sólo remontaremos esta situación con la capacidad imbatible de recaudar e invertir del estado para que su sector público pueda investigar y crear infraestructuras a largo plazo sin preocuparse de su rentabilidad a corto y con la no menos poderosa del sector privado para convertir en empleo y sueldos y prosperidad esas inversiones de todos.

Pero esa lección ya nos la dieron las cajas de ahorros y aquella formidable generación que con hombres como José Juan Pintó, que nos ha dejado hace muy poco pero ya suficiente para que lo echemos de menos, quien al frente de la Caixa de Barcelona y luego de la “la Caixa” supo llevarnos a los catalanes desde la autarquía a la plena integración europea.

Lo hemos recordado en la Real Academia de Ciencias Económicas RACEF con catalanes comprometidos con la prosperidad de nuestro país, como Isidre Fainé, presidente de la Fundació “la Caixa” y vicepresidente de la Academia, quien ha vuelto a dar la medida de su talento con la fusión con Bankia; junto al abogado del estado José Maria Coronas.

La primera lección de nuestro académico Pintó fue la de aplicar el gran pacto social que consiguió aquella formidable compenetración entre la sociedad catalana y sus cajas de ahorro que se convirtió en una palanca de progreso: los catalanes, también los recién llegados, confiaban el fruto de su trabajo a las cajas y las cajas lo atesoraban invirtiendo, además, en una formidable obra social. Era un doble dividendo que proporcionaba estabilidad y prosperidad al país.

Pero he dicho «sociedad» y no «partidos políticos». Porque, esa a menudo interesada confusión, unida a la avaricia desmedida de la burbuja inmobiliaria, fue la que acabó con algunas de aquellas instituciones. Y esa fue otra gran lección de Pintó: no confundirlas.

Por eso, resulta tan oportuna ahora de nuevo la sabia gestión de Pintó cuando se resistió a las presiones políticas que querían influir en la gestión profesional de las cajas y luego se demostró que fueron nefastas para su misión de servir a todos.

Del mismo modo hoy no deberían ser sólo los partidos políticos los que dispusieran de las ingentes inversiones que desde Bruselas se ha acordado para nuestra recuperación. Necesitamos que toda la sociedad sea incluida y se incluya en este esfuerzo titánico para volver a prosperar unidos.

La siguiente directriz que se deriva de aquella y del espíritu fundador de las cajas es que la prosperidad que se derive de esas inversiones públicas que empresas privadas no sólo deben convertir en empleo, sueldos y dividendos; además debe revertirse parte de lo ganado en beneficio de todos.

Para convertir en obra social ese dividendo de la cooperación público-privada necesitamos más fundaciones, sociedades, centros de investigación, de arte, de cultura también público privados sin más filiación partidista que la de servir a los demás.

Y eso no quiere decir que sean cuestión de amateurs o meros voluntarios: su gestión debe ser tan profesional como lo fue la de las cajas en sus mejores momentos y como no lo fue en los peores.

Si logramos recuperar el espíritu fundacional de aquellas instituciones que unieron los principios morales a la administración racional del valor que al ejercerlos se creaba, volveremos a prosperar como en nuestros mejores años. Y ese sería el mejor homenaje a nuestro querido académico, abogado y gestor de cajas, José Juan Pintó.

Jaime Gil-Aluja: Presidente de la Real Academia de Ciencias Económicas y Financieras (RACEF). El reusense Jaime Gil Aluja es un catedrático emérito de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Barcelona (UB). Es experto en la teoría de los conjuntos borrosos. Ha sido nombrado doctor honoris causa por 31 universidades de todo el mundo, y elegido como académico en once academias científicas.

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