La hora de la responsabilidad

El clima de tensión política que se vive en Catalunya corre el riesgo de trasladarse a la calle. La manifestación convocada hoy en Tarragona es un primer síntoma

 

20 julio 2017 19:06 | Actualizado a 25 noviembre 2020 18:43
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Como era de prever el clima político se ha ido calentando en Catalunya y cada vez crece el riesgo de que la tensión, que por ahora está centrada en los foros institucionales y en los partidos, se acabe trasladando a la calle. A medida que los partidos independentistas han avanzado en su estrategia para llevar adelante el procés, el Gobierno central también ha ido elevando progresivamente el grado de presión para frustrar los planes de Junts pel Sí y la CUP. Quejarse mostrando sorpresa por la respuesta del Estado resulta pueril. ¿Acaso pensaban los estrategas del procés que el Estado, con toda su maquinaria (la legal y la inconfesable) permanecería inmóvil ante el riesgo de ruptura? Si realmente fue así se han calculado muy mal los riesgos de una estrategia política que ha cometido muchos errores y todo parece indicar que pretende persistir en su terca equivocación. En primer lugar, aunque resulte reiterativo decirlo, el escrutinio electoral en el que los partidos independentistas pretende legitimar el procés no evidenció ninguna mayoría social a favor de la secesión. Lanzarse a una operación política de esta magnitud en un país como Catalunya, donde el bienestar social es general, donde los vientos económicos soplan a favor y donde la convivencia social es ejemplar, es cuando menos imprudente, sino insensato. La fractura que se avecina ya empieza a evidenciar los primeros síntomas graves. Por ejemplo, esta mañana está convocada una manifestación ante el Ayuntamiento de Tarragona para presionar al PSC para que retire una moción en la que se rechaza el calendario del procés y se pide la apertura de una vía de diálogo entre Catalunya y España. Evidentemente, tan legítimo es el derecho de manifestación como la presentación de una moción ante el plenario municipal, pero el  clima de confrontación en el que surgen  ambas razones no es sosegado y anuncia venideros conflictos. Es urgente lanzar un llamamiento a la responsabilidad colectiva porque es muy evidente que por este camino nos vamos a hacer daño como personas y como sociedad. 

 

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