La hostelería, los gobiernos y los tribunales

Ayer el Tribunal Superior de Justicia del País Vasco revocó la orden de cerrar bares y restaurantes, una decisión que traerá cola

10 febrero 2021 09:20 | Actualizado a 09 marzo 2021 19:55
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La escalada en los contagios por el coronavirus obligó a establecer unas restricciones que han resultado especialmente duras para algunos sectores, con el hostelero a la cabeza, junto al turístico y a otros negocios vinculados a la movilidad. Ayer volvimos a oír el lamento que dirigen los hosteleros a los poderes públicos y al conjunto de la sociedad, agravado porque no han podido estabilizar su actividad desde que el virus llegó a nuestras vidas y porque no se atisba una fecha próxima de retorno a una apertura más o menos normalizada. La corrosión económica es palpable en un sector muy atomizado, del que viven miles de familias enteras y que da empleo con frecuencia a trabajadores que no tienen sencillo buscarse el sustento en otro ámbito laboral; menos aún en un contexto tan crítico como este.

La protesta de los propietarios y de los trabajadores de bares y restaurantes coincidió ayer con la decisión del Tribunal Superior de Justicia del País Vasco (TSJPV) de abrir la puerta a que la hostelería pueda seguir funcionando en plena pandemia y a pesar de que los establecimientos se ubiquen en zonas particularmente azotadas por el virus, argumentando que no hay evidencias de que la actividad en bares y restaurantes sea la causa principal de la transmisión del virus. La decisión, considerada «especialmente grave» por el Ejecutivo vasco, al estimar que el auto «debilita las herramientas del Gobierno vasco para preservar la salud», puede tener consecuencias imprevisibles en todo el territorio nacional.

La pandemia ha evidenciado la dependencia de nuestro modelo de ocio de la socialización en torno a los bares. Y que el asunto lo resuelvan los tribunales introduce un desalentador factor de quiebra social. Pero es preciso que las instituciones se anticipen y se preparen para un escenario en el que la trinchera de los ERTE y las ayudas desplegadas no bastan para contener los cierres no ya de aquellos negocios que podían arrastrar problemas de rentabilidad; también de otros que siendo viables, tienen muchas dificultades para encarar un pulso contra la Covid tan prolongado.

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