La independencia y el dinero

Los depósitos de Catalunya han caído el 5,8%, mientras que en España crecen el 3%

05 octubre 2017 10:54 | Actualizado a 05 octubre 2017 10:55
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Cuando un joven, o no tan joven, con derecho a decidir, opta por independizarse del núcleo familiar, debe contar con recursos económicos suficientes para seguir adelante. Si no es así, fracasará en su intento. Lo mismo ocurre a nivel de región o país, de suerte que si Catalunya se independizara, debe contar con recursos económicos suficientes para la nueva andadura. En pocas palabras, si no hay dinero nada o poco se puede hacer. Y, suponiendo, que el ministro de Hacienda y Administraciones Públicas, Cristóbal Montoro, levante la intervención de cuentas a la Generalitat de Catalunya y fluya de nuevo el Fondo de Liquidez Autonómica (FLA), reflexionemos sobre el tema económico en ese contexto.

En la hipótesis improbable de un proceso unilateral, los problemas económicos serían enormes, con importantes desequilibrios financieros y monetarios. Se ha dicho, por los líderes nacionalistas, que tras la exclusión automática de la Unión Europea (UE), Catalunya reingresaría inmediatamente en la misma, por su importancia dentro de Europa. Este argumento no se sostiene jurídicamente, puesto que el proceso de entrada requiere una larga negociación y el consenso unánime de todos los Estados miembros.

El abandono de la UE significa que los bancos con sede en Catalunya, dejarían de estar bajo la órbita del Banco Central Europeo (BCE) e implicaría inevitablemente un traslado de sedes, por la necesidad de seguir accediendo al BCE. Catalunya, asimismo, dejaría de pertenecer a la Eurozona y, de derecho, aunque no de hecho, debería abandonar la moneda única europea. Podría seguir utilizando el euro, pero Catalunya no sería tenida en cuenta en las decisiones del BCE, ni éste aportaría liquidez alguna a las entidades financieras radicadas en Catalunya. Catalunya, asimismo, dejaría de recibir el dinero del FLA y aunque recaudara sus propios impuestos, tendría que hacer frente a mucho más gasto, actualmente asumido o financiado por el Estado, por ejemplo las pensiones. Si Catalunya emitiese una nueva divisa propia («franco catalán»), aportaría indudablemente una ventaja para la Generalitat, que daría vueltas a la máquina, sin sosiego, para imprimir moneda. Pero la depreciación de esa nueva divisa sería de extraordinaria magnitud, con la pérdida de poder adquisitivo para todos los ciudadanos catalanes.
Por consiguiente, ante tal situación, los agentes económicos trasladarían sus activos financieros fuera de Catalunya. Esto ya se ha iniciado, pues observando los datos estadísticos elaborados por el Banco de España, desde el mes de diciembre de 2012, los depósitos de Catalunya han retrocedido el 5,8%, mientras que en el resto de España han crecido el 3%. Estas cifras no son significativas, pero indican ya el inicio de una tendencia.

De otra parte, los acusados desequilibrios financieros en el sistema bancario en Catalunya son muy importantes, al existir un nivel de crédito a hogares y empresas del orden de 234.000 millones de euros y una cifra de depósitos de 180.000 millones de euros. Para las agencias de rating, Catalunya es ya bono basura y su compensación, accediendo a los mercados resultaría muy cara y difícil. El acceso a la financiación por parte de las familias y empresas catalanas, se encarecería considerablemente.

Así que, vistos los razonamientos objetivos que anteceden y volviendo al principio, el joven puede que fracase rotundamente al independizarse de su núcleo familiar y la región o país que decida asumir la independencia unilateral, sin suficientes recursos económicos también, con el agravante de que a nivel internacional difícilmente sería reconocido, con lo cual el estrangulamiento económico se vería inevitablemente por el aislamiento internacional.

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