La isla de las rosas

Soñar es lo más espléndido que le ocurre a un ser humano y esto viene dicho desde que la vida es vida y los seres humanos son humanos

08 diciembre 2021 12:40 | Actualizado a 08 diciembre 2021 12:46
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Los sueños de las personas son eternos. Cada uno los estructura como desea, luego se cumplen o más fácilmente no se llegan a realizar. Pero soñar es lo más espléndido que le ocurre a un ser humano y esto viene dicho desde que la vida es vida y los seres humanos son humanos. Para ello contamos con lo que nos describe la Historia.

Creo que todo el mundo, por lo menos los que nacimos en el siglo pasado, recuerda lo que ocurrió en mayo del 68, en especial en París y en casi toda Francia. Hecho que tuvo una marcada extensión a nivel de los países cercanos y también a nivel internacional. Los estudiantes y después millones de trabajadores iniciaron una reivindicación para cambiar la Sociedad. Todo se inició en una universidad de la periferia de la capital, la de Nanterre, y por un hecho muy peculiar, el demandar (entre otras cosas) poder compartir dormitorios entre sexos y ello fue el detonante de una algarabía que duro con la Sorbona ocupada hasta el 16 de junio y el paro del país. Fue la mayor huelga general de la historia de Francia, liderada entre otros por Daniel Cohn-Bendit, Alain Geismar y Alain Krivine, verdaderos soñadores de un mundo mejor. Esta agitación de ideas generó una revolución que no prospero, aunque fue la más influyente para cambiar la Sociedad, aunque no al Poder. Sin embargo, acuñó causas diferentes, transformó ideas y consolidó valores morales. Con mucha ilusión se proclamó, lo que estaba escrito en eslóganes, «bajo los adoquines, la playa» (surt le pavés, la plage), aunque recordando el poema de Daniel Serrano y cantado por su hermano Ismael «que bajo los adoquines no había arena de playa», el resultado fue un tanto diferente, quedando en un verdadero sueño de primavera.

Sueños los han tenido mucha gente, se puede decir que casi todos los tenemos. Quiero recordar a un soñador muy particular y un gran personaje, Martin Luther King. No creo que nadie lo tenga en el olvido. Marcó mucho en tiempos difíciles, aunque las circunstancias de la vida lo apartaron de la lucha que había emprendido demasiado prematuramente. El detonante fue su asesinato que tuvo lugar en Memphis el 4 de abril de 1968, un poco antes de los movimientos de París. A pesar de ese triste final, muchos fueron sus logros y a todos nos sigue emocionando el lema que le motivó su lucha «Tengo un sueño» (I have a dream).

En los mismos tiempos que los hechos de París sucedió otro evento parecido y curioso, aunque menos multitudinario y por lo tanto menos recordado. Fue un tema que muy poca gente lo conservará en su memoria y no creo haya muchos que lo recuerden. Se gestó un tanto antes, aunque el primero de mayo del 68 se proclamaba esa ilusión que otros la finalizaron 55 días después. Estoy hablando de la creación de un estado independiente de solamente 400 metros cuadrados, al que su promotor le puso por nombre «La isla de las rosas» (Insulo de la Rozoj, en esperanto, el idioma oficial).

Giorgio Rosa, nacido en Bologna en 1925, con título universitario en ingeniería, creó una micronación o República esperantista en el Mar Adriático a 11.612 metros de Rímini y a 550 metros del límite de las aguas territoriales de Italia. Este príncipe de la anarquía, como lo llegaron a denominar algunos, propuso crear un estado independiente donde los que quisieran podían gozar de un territorio de libertad plena. Aunque abierta unos meses antes, el uno de mayo del 68 se declaraba la independencia, constituyendo un gobierno propio con amigos y familiares. Disponía de bandera propia en la que destacaban tres rosas rosas sobre un escudo blanco de fondo naranja. También disponía de moneda propia, el Mill, e inclusive sellos de correos que nunca llegaron a circular. Un sueño idealista que terminó el 26 de junio, 55 días después, con la ocupación de la plataforma por las fuerzas policiales italianas, entre otras cosas por decir el gobierno que a ese microestado llegaban submarinos rusos y eso no lo podían aceptar ni el gobierno italiano, ni otros estados e inclusive la ONU. En resumen, una ilusión de la que poco tiempo después se fue al fondo del mar, debido a la demolición por parte de la armada italiana tras tres intentos de dinamitar la ingenua plataforma con el explosivo apropiado para hundir el sueño del ingeniero Rosa y de todos sus admiradores y amigos. En fin, recomiendo que para saber más y pasar un buen rato con esta rocambolesca hazaña, se visualice una película de Netflix con el mencionado nombre, dirigida por Sydney Sibilia y estrenada no hace mucho tiempo.

En fin, sueños para todos los gustos. Aunque con el comentado sueño escrito en último lugar y correlacionándolo, pretendo rendir homenaje a un buen y gran amigo, que durante muchos años se ha dedicado a conocer casi todos los países del mundo, en especial a estados peculiares, entre los que podemos incluir Transnistria, Somalilandia, Gagauzia, Artsaj, Puntlandia, Galmudug, Jubalandia, Segorba, Christiania y la pequeña Sealand, por citar algunos. Él es un buen conocedor de muchos de estos enclaves desconocidos para la gran mayoría de los humanos, aunque no lo son para los peculiares trotamundos con los que se suele reunir, entre los que podríamos destacar a André Brugiroux y Jorge Sánchez, que se han visitado todos los países del mundo y son grandes amigos de mi amigo y además, grandes soñadores de sueños peculiares.

Válgame para finalizar este peculiar escrito y cómo todo en la vida tiene su epílogo, pretendo con el recuerdo de estas aportaciones históricas, matizar que todos los humanos tenemos sueños, bien sea cuando dormimos o bien estando despiertos. El problema es que los ocurridos mientras dormimos se disfrutan durante el sueño, sin embargo los que tenemos despiertos, desgraciadamente casi siempre solamente son un sueño.

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