La marcha marrón

Estamos asistiendo a la agonía de un partido que está haciendo aguas por todas partes

19 mayo 2017 18:10 | Actualizado a 21 mayo 2017 15:11
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Pasada la mitad del siglo XX, el gobierno español aún mantenía la ilusión colonial, ya que poseía en África Ifni, Sahara y Guinea Ecuatorial. Vamos, un gran imperio. Pero la descolonización era la moda global y la necesidad particular de muchos pueblos. Así que en 1967 el reino de Marruecos entró en Sidi Ifni y poco después Guinea se hizo independiente para caer en las garras de la familia Nguema. Pero ocurrió que en 1975, el Régimen político y el dictador que lo sustentaba, hacían aguas por todas partes.

Conviene refrescar la memoria y a los jóvenes decirles lo que pasó en el otoño de 1975.

El Destino llevó a Franco a su balcón preferido: el del palacio de la plaza de Oriente, en Madrid, para responder a las aclamaciones de los fanáticos de siempre. Y que cogiera un resfriado. Que se agravó con diversas complicaciones. Durante un mes el país – amigos y enemigos – estuvo sobresaltado con las operaciones y trastornos del dictador, al que no acababan de rematar.

Había en Marruecos un rey ladino y tortuoso llamado Hassan II que, al ver las complicaciones del gobierno español, y que el Régimen se deshacía sin rumbo conocido, lo aprovechó. España tenía – y realmente aún lo tiene – un mandato de las Naciones Unidas para la administración del Sáhara. Pero el dictador marroquí lo tuvo claro: era elmomento de forzar la marcha de los españoles, ya que no había un mando que les dirija. Así que organizó la llamada “Marcha Verde” en que cientos de miles de marroquíes, armados solamente con el Corán, se dirigieron a la frontera desértica. En un gesto tan bravucón como inútil, el gobierno español ordenó que la Legión y otras tropas se colocaran en la frontera. Los manifestantes se pararon en la línea. Y las tropas españolas se retiraron con el rabo entre piernas, dejando a los saharauís en el aire.

Ahora me parece recordar aquel fenómeno.

No exactamente, aunque sí estamos asistiendo a la agonía de un individuo impasible, gallego también, cuyo gobierno y cuyo partido político hacen aguas por todas partes, roído por la corrupción y el descrédito. A su alrededor los buitres de otros partidos revolotean buscando las grietas oportunas para acabar con su mando.

Unos, echando palomas al aire, diciendo que son ilusiones verdaderas, o sea, mintiendo. Otros, amagando golpes, sin armas políticas reales que empuñar. Otros, revolviendo entre la porquería del Estado a ver si algo se puede aprovechar. Inlcuso hay quienes piden lunas independendistas que han visto reflejadas en las cloacas…

Ante el desconcierto y el descrédito, estos nuevos aprovechados no saben exactamente qué hacer, sino marear la perdiz, mientras don Tancredo, digo don Mariano, está a verlas venir, como si contemplara cómo cae la lluvia pertinaz de su Pontevedra del alma.

Mientras tanto, la ciudadanía, los “saharauís” de ahora, observan con pavor el increíble espectáculo, que, sin duda, caerá sobre sus cabezas y sus bolsillos. Por lo que se está consolidando un estoicismo que ya lo quisiera Séneca. Viene la Marcha Marrón, de m… Que la santa Constitución nos coja confesados.

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