La nueva catalanidad

27 junio 2020 09:00 | Actualizado a 27 junio 2020 09:20
Se lee en minutos
Participa:
Para guardar el artículo tienes que navegar logueado/a. Puedes iniciar sesión en este enlace.
Comparte en:

Estos días asistimos a la presentación de diversas formaciones políticas que quieren disputar el centro político catalanista. El último en dar el paso adelante ha sido Albert Batlle, ofreciéndose para liderar una formación de centro catalanista. Pero, ¿por qué ahora todo el mundo busca el centro político? creo que se debe a lo ocurrido en Catalunya en los últimos años.

Con el proceso hacia la independencia las ideologías y los espacios políticos quedaron en un segundo plano, lo que primaba era la independencia como principal y único objetivo, abandonando una parte importante del espectro político catalán, la ideología, y sustituyéndola por el Procés.

Si no es así, tienen difícil explicación algunas de las alianzas que se han producido, cómo podíamos imaginarnos unos pocos años atrás que CiU, o su sucesora el PdeCAT, representantes de una conservadora derecha, acudieran en una sola lista electoral con ERC, su enemigo tradicional y que, como su nombre indica, representa o ha querido representar a la izquierda independentista.

No es que fuera una coalición de gobierno, lo que incluso podría ser comprensible, sino que formaron una solo lista electoral, denominada Junts pel Sí, con un solo programa electoral, izquierda y derecha unidas por el Procés. O, cómo se entienden los pactos de la vieja Convergencia con los antisistema de la CUP.

Durante esos años todos nos radicalizamos. Los partidos constitucionalistas, principalmente C,s y PP, a los que al final se unió el PSC, alzaron la voz viendo como se vulneraban sistemáticamente sus derechos en el Parlament, ¿recuerdan?, era el juego al que llamaban astucia y del que se vanagloriaban.

Pero que no era otra cosa que vulnerar los derechos democráticos de la oposición, baste solo recordar las modificaciones del reglamento de la cámara ad hoc para tramitar una ley, las leyes mantenidas en secreto, los plenos convocados urgentemente, las modificaciones sorpresivas del orden del día, etc., desembocando finalmente en el 6 y 7 de septiembre, una de las paginas más tristes del parlamentarismo moderno.

Todo ello provocó que la única manera de luchar contra las graves vulneraciones fuera alzando la voz, las sesiones del Parlament fueron cada vez más tensas, las interrupciones por cuestiones de orden constantes, porque era el único medio que le quedó a una minoría parlamentaria, que por otro lado representaba a una mayoría de catalanes, para denunciar las graves vulneraciones que se producían. Inolvidable la emotiva intervención de Joan Coscubiela con los diputados de C’s, PSC y PP en pie, aplaudiendo al representante de Catalunya Sí Que Es Pot. Como ven, nos polarizamos entre independentistas y no independentistas, la ideología quedó en un tercer plano.

Pero ahora la situación ha cambiado, lo que se denominó el proceso hacia la independencia, que no era otra cosa que la imposición autoritaria de la independencia, ya no existe, ya solo defienden la unilateralidad los que responden al oráculo de Waterloo. Eso no significa que el independentismo haya dejado de existir, muy al contrario, lo que significa es que se ha ido reposicionando ideológicamente, ha vuelto la ideología. Ha vuelto la izquierda, la derecha y el centro, y se ha sustituido el antidemocrático Procés por la ideología política.

Ya la independencia no lo justifica todo. Estoy seguro que en el nuevo panorama político tendrán un papel destacado las opciones políticas de centro, aunque no podemos confundir centro con catalanismo, el catalanismo como movimiento que impulso de manera extraordinaria Cambó ha muerto con el Procés, ya ocurrió a principios del siglo XX cuando el inicial catalanismo de centro derivó al final en los hechos del 6 de octubre de 1934, y de nuevo en el XXI cuando el catalanismo Convergente nos llevó a los hechos de octubre de 2017.

Ambos catalanismos se fundamentaban en el denominado hecho diferencial como elemento esencial, y la evolución natural y temporal de cualquier hecho diferencial es la separación. Por ello, debemos refundar el catalanismo abandonando la diferenciación como concepto estructural, y profundizar en nuestra idiosincrasia propia, dos culturas que quieren convivir en armonía, parafraseando a Adolfo Suarez «Elevar a la categoría política de normal, lo que a nivel de calle es plenamente normal».

Por ello el catalanismo que nos llevó al desastre por dos veces ha quedado caduco, el coste pagado por la sociedad catalana en ambos casos ha sido altísimo y, por ello, debemos refundarlo en un nuevo concepto de catalanidad, basada no en el hecho diferencial, sino en su multiculturalidad como valor de nuestra sociedad, de aquellos catalanes que nos sentimos vinculados con nuestra tierra, nuestro idioma y nuestra cultura, y la sentimos como propia y nos enorgullecemos de ella, pero que también nos sentimos vinculados con la cultura y la lengua españolas, que igualmente las sentimos como propias, y no queremos romper lazos con ninguna de las dos, ésta es la gran riqueza de nuestra sociedad.

El catalanismo se convirtió, por su esencia diferencial, a lo largo de los años, en un medio para ir cortando progresiva y silenciosamente amarras con España, tan silencioso que estoy seguro que muchos de sus impulsores, y que ahora pretenden resucitar, ni siquiera eran conscientes de ello. El impulsar solo el hecho diferencial, excluyendo a una parte importante de nuestra cultura e historia, sólo podría derivar en lo ocurrido en los octubres de 1934 o de 2017 .

Por ello hay que sustituir ese catalanismo diferencial por una nueva catalanidad y aglutinarla en el centro político. Hay un partido, Ciudadanos, que puede liderar esa nueva catalanidad desde el centro, para impulsar las reformas que nuestra sociedad requiere, puede regenerar democráticamente nuestras instituciones, terminar definitivamente con la corrupción, y convertir la administración pública en un órgano eficiente y moderno en el que desaparezcan los «chiringuitos», que sólo sirven para enriquecer los bolsillos de unos pocos, y se convierta en el pal de paller de la nueva catalanidad y del centro político, donde confluyan todos los que amamos Catalunya y España desde una posición de centro.

Ciudadanos, que nació en Catalunya y que lleva la multiculturalidad en su ADN, y que, a pesar de los últimos resultados electorales, sigue siendo la esperanza de los que creemos en la necesidad de una regeneración democrática de nuestra política. Ahora solo hay que verlo posible y unirse.

Comentarios
Multimedia Diari