La precariedad afecta la salud

Hace tiempo que los expertos lo advierten: la salud de una persona depende a menudo más de su entorno que de su genética. Un estudio ha puesto de manifiesto que el coronavirus aumentó las desigualdades entre ricos y pobres en la ciudad de Barcelona.

En concreto, según el Instituto Hospital del Mar de Investigaciones Médicas y el Institut Universitari d’Investigació en Atenció Primària la primera ola de la Covid-19 fue el doble de agresiva en Nou Barris que en Sarrià y que las vivendas pequeñas y sobreocupadas y los empleos precarios sin posibilidad de teletrabajo o que por ser considerados esenciales no admitían quedarse en casa como recomendaban las autoridades sanitarias fueron factores decisivos en el avance del virus. 

Es la misma fragilidad con la que se han topado los temporeros de la fruta en el Segrià, Aragón o Murcia, imprescindibles para las campañas de recolección.

Las condiciones en las que muchos se ven obligados a subsistir han sido denunciadas año tras año pero hemos preferido mirar para otro lado.

Es responsabilidad de todos exigir para ellos infraestructuras que mejoren sus condiciones de vida. Y no solo esta temporada por el riesgo de rebrotes también la que viene y la siguiente.

Sería la manera de dignificar su trabajo. Que es demasiado caro, más lo es un confinamiento.