La prevención, en su justa medida

A la hora de prevenir, la seguridad de las personas debe de estar por delante de cualquier otro interés.

 

01 marzo 2018 19:26 | Actualizado a 01 marzo 2018 19:28
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Catalunya, como país mediterráneo, no vive preparado para afrontar bajas temperaturas y crudos inviernos cargados de nieves. En todo caso, cuando se producen, son siempre la excepción. No hay más que ver al alborozo con el que la gente recibe las precipitaciones que dejan las ciudades cubiertas con un manto blanco. Enseguida se dispara el reloj de la memoria para especular sobre la última fecha en la que vimos nevar por estos lares. Este carácter inusual de una climatología adversa provoca que nuestros sistemas preventivos estén dimensionados para la excepción. Tampoco tendría sentido que fuera de otra forma. Destinar los recursos que, pongamos por caso, tiene Finlandia para asegurar la viabilidad de las comunicaciones sería de una desproporción insostenible. Es por ello que la lucha contra las inclemencias meteorológicas deba hacerse en Catalunya administrando un punto intermedio entre los medios materiales para superar los contratiempos y la adopción de medidas de prevención. Acertar en el punto de general satisfacción para todo el mundo resulta del todo imposible. En el episodio de frío que acabamos de atravesar el sector del transporte ha puesto el grito en el cielo por lo que considera una actuación desproporcionada la prohibición de circular para los vehículos pesados. Ha habido camioneros que han pasado 30 horas parados en áreas de servicio a la espera de que se les abriera paso. Y todo ello sin que advirtieran ninguna cantidad de nieve que impidiera circular. Por contra, los responsables de tráfico saben por experiencias anteriores que un camión atravesado a causa del hielo colapsa una autopista. 
También la dureza con que la sociedad se ha empleado ante la falta de previsión vivida en otras ocasiones provoca que ahora se peque por exceso en las prevenciones antes de hacerlo por defecto. Está bien que sea así, porque a la hora de priorizar es indudable que la seguridad de las personas debe pasar por delante de cualquier otro interés por muy justo y razonable que sea.

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