La realidad de las urnas

El nacionalismo moderado debe reflexionar sobre las políticas sociales

19 mayo 2017 22:42 | Actualizado a 22 mayo 2017 18:17
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Al parecer, las urnas han ratificado los resultados de las encuestas, en cuanto a la finalización de la etapa del bipartidismo en España, que podría dar lugar a un pluripartidismo de cuatro grandes fuerzas estatales, más las nacionalistas en Catalunya y País Vasco.

A nivel estatal, los dos perdedores han sido PP y PSOE, por este orden y sin perjuicio de sus respectivos aparatos de propaganda, que procurarán dar una sensación distinta ante la opinión pública, aunque en su interior ya empiecen a realizar sus cálculos de posibles resultados, en las próximas elecciones generales de finales de este año 2015.

En mi opinión, las denominadas fuerzas políticas emergentes, Ciudadanos y Podemos, han cubierto con suficiencia sus expectativas electorales, basadas en las encuestas y en las percepciones mayoritarias de los analistas políticos. Veremos en los próximos días y semanas como administraran sus buenos resultados electorales, tanto en el ámbito municipal como en el autonómico. Y todo ello, teniendo en cuenta que en pocos meses deberán enfrentarse a unas elecciones generales, en las que se van a dirimir sus posibilidades de influencia real en los próximos años, en el nuevo tablero de ajedrez en el que España ya está instalada. A nivel particular, como cuestiones especiales del conjunto de resultados, destacaría el de las dos principales capitales españolas, Madrid y Barcelona, así como la diversidad de resultados obtenidos por los nacionalistas en Catalunya y en el País Vasco.

La muy probable próxima alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, es una mujer con años suficientes y formación jurídica para poder llevar adelante un proyecto de capital de España, como ciudad de izquierdas, en la que puedan mirarse muchos ciudadanos españoles, que parecían no tener voz ni voto en las altas esferas del poder político. Veremos si la probable nueva alcaldesa y su equipo serán capaces de imprimir un cambio social real en la ciudad y en qué forma incidirá todo ello en la ciudadanía.

Y la casi segura alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, tiene unos antecedentes importantes como activista en las calles, que la han llevado a liderar un conjunto de fuerzas de izquierdas, capaz de conseguir un importante apoyo electoral, que era muy difícil de pronosticar apenas unos meses atrás. Veremos si Ada Colau y su equipo podrán gobernar Barcelona, como ciudad y como capital de Catalunya, con la capacidad de incidir realmente en las actividades de la ciudadanía y en la mejora de sus niveles sociales y económicos de bienestar.

Por último, una primera impresión de las elecciones en Catalunya y en el País Vasco, nos podría llevar a la conclusión de que en el País Vasco, el nacionalismo moderado ha ganado al radical; tanto en cuanto a los resultados de las urnas, como en cuanto al futuro reparto de poder político, en sus ciudades importantes y en sus Diputaciones.

Por el contrario, en Catalunya da la sensación de que, por una parte la pérdida de la capital y por otra los resultados de las principales ciudades, han representado una disminución del poder político del nacionalismo moderado y un aumento del poder de los nacionalistas radicales. Quizá debería empezarse a reflexionar, en los ámbitos del nacionalismo moderado, en que cuestiones sociales o políticas están fallando, para poder subsanar o rectificar, en su caso.

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