La realidad desopilante: Ya no vivimos en el mundo de antes

¿Qué nos ha pasado? Creíamos vivir en otros tiempos y hemos seguido investigando lo de siempre, con menos recursos, sin escuchar a quienes nos decían que cortar la inversión en I+D era ponernos la soga al cuello

09 febrero 2021 20:10 | Actualizado a 10 febrero 2021 06:29
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No hay nada más sexy, feroz, desopilante, ambiguo, tétrico o hermoso que la realidad. Una realidad superpuesta en pantallas infinitas con las que mantenemos una vida pretendidamente normal. Aquí estamos un año después. ¿Era impensable? No. La certeza de una epidemia es algo así como la certeza de un atardecer. Normalmente una vez al día. En todo caso lo único que no fuimos capaces de comprender es que ya no vivimos en el mundo de antes, que ese se acabó hace muchos años y pretender otro modo tiene consecuencias nefastas. Deberían volver a ver las imágenes de esos días y a escuchar las palabras de esos días.

Los insignes señores -sí casi siempre son hombres los de las certezas minerales impertérritas- que iban diciendo que pobrecitos los chinos que no tienen nuestro sistema sanitario y fíjate que ellos van a pasarlo muy mal mientras nosotros podremos continuar como si tal cosa, porque nosotros somos Europa y en Europa estas cosas -virus mortíferos- no pasan.

Claro que eso lo decía un calvo que en su juventud seguramente se paseó con una hucha del Domund -de esas amarillas- pidiendo monedas para salvar a los negritos del África tropical o los chinitos de sus inundaciones.

Somos Europa, debió pensar Josep Borrell, tan tranquilo el otro día mientras con su avión privado sobrevolaba la inmensa llanura centroeuropea camino de Moscú. Desde las alturas debía estar pensando sus palabras. Lo imagino tachando aquí, subrayando allá. Somos Europa y vamos a decirle a esos bárbaros esteparios que nos liberen a los presos políticos y unas cuantas cosas más, mientras no aseguramos su gas gracias a un gaseoducto -el NordStream2- que circulará por el norte de Europa. Una anaconda en el Francolí, para comprender la envergadura del artefacto.

Claro que luego a Borrell le dieron un repaso en toda regla y se regresó con un bochorno histórico. En las salas llenas de oropeles de los zares, al de la Pobla de Segur, se le atragantaron las palabras y no supo responder a los golpes. En el ring de la realpolitik mundial le dieron por KO. Como decía Winston Churchill, no se negocia con un tigre cuando tienes la cabeza dentro de sus fauces.

Somos Europa y no hemos sido capaces de arriesgar para obtener las vacunas. ¡Ni tan siquiera Francia! La tan cacareada industria farmacéutica francesa -todos sabíamos que las aspirinas francesas compradas en Andorra funcionaban mejor que las Made in Spain- no ha sabido estar a la altura del reto. ¿Qué nos ha pasado? Que creíamos vivir en otros tiempos. Hemos continuado investigando lo mismo de siempre, con menos recursos, sin escuchar las voces que nos decían que cortar los recursos destinados a la investigación es ponerse la soga al cuello. Cuando los Estados Unidos, Israel o el Reino Unido, arriesgaban, nosotros continuábamos pensando que las mascarillas no eran necesarias. Eso nos ha pasado.

No hay nada más sexy, feroz, desopilante, ambiguo, tétrico o hermoso que la realidad. Habrá que ir haciéndose a la idea.

Nacida en Tarragona, Natàlia Rodríguez empezó a ejercer en el Diari. Trabajó en la Comisión Europea y colabora en diversos medios. Vive entre París y Barcelona.

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