La revolución de la sonrisa y el arte de mentir

La Operación Cataluña divulgó un inventado desembarco de anarquistas para liarla

16 septiembre 2017 09:32 | Actualizado a 16 septiembre 2017 09:46
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Horas antes de la Diada, el diario on-line El Confidencial dijo: «En las últimas semanas se ha producido en Cataluña un desembarco masivo de anarquistas de toda Europa para participar en la agitación callejera que se prepara con motivo del 1 de octubre». De Italia, según ese diario, han llegado 120 anarquistas. ¿Alguien los ha visto? El Confidencial dice que lo sabe «de fuentes solventes». 

Es cierto que en Catalunya hay personas preparadas para salir a la calle si no puede celebrarse el referéndum del primero de octubre. Pero siguiendo la misma norma que ha presidido la Diada los seis últimos años: sin violencia, sin un solo rasguño, en lo que yo llamo «manifestaciones anti-tiritas», blancas, limpias, presididas por la sonrisa. 

Muchos desean que haya violencia para justificar la entrada en Barcelona de fuerzas de seguridad del Estado. Es más, el Gobierno ya ha previsto miles de policías y guardia-civiles para actuar en las calles. Algunos están hospedados en hoteles cercanos a Barcelona. No les gusta que a este proceso se le pueda llamar «la revolución de las sonrisas». No les conviene. Pero me temo que se llevarán un disgusto. Y entonces ya veremos si esos cientos de anarquistas hoy invisibles están realmente esperando para generar violencia. Si así fuera, los «mossos» serían los primeros en sacarlos del país. 

En las últimas décadas, la violencia callejera en Catalunya ha tenido dos polos: los okupas y la extrema derecha. Se dan la mano. Y temo más a los segundos que a los primeros, porque les es fácil lucir armas. Se sabe quiénes son y dónde están. Pero para los que desde el poder buscan la agitación, conviene que sean aquello que en su día se llamó «los tontos útiles» para sus deseos.
Barrunto que esta noticia de los anarquistas es otra de las hábiles invenciones salidas de la Operación Cataluña, aquel invento de Fernández Díaz que huele a cloacas. Es el arte de mentir sistemáticamente y sin remilgos. Es la habilidad para sembrar confusión y temor. Es la necesidad de mover basura para que el fiscal lo afine, según palabras del propio Fernández Díaz. Es lo que llamo la teoría del «mete una verdad entre diez mentiras y parecerán diez verdades». La buena fe de los ciudadanos honrados temblará, que de eso se trata.

La mentira es un arma política que cada vez se usa más. Hay quien dice que en política, en España, ya casi todo es mentira. La mentira y las promesas incumplidas se dan la mano, creando una irrealidad que choca con lo que viven cada día los ciudadanos, que no es otra cosa que la realidad palpable. Lo de los políticos y su tribu periodística de trincheras es pura virtualidad. Así les va, prometiendo que el rescate bancario no costaría ni un céntimo al contribuyente y ahora resulta que jamás volverán a nuestros bolsillos unos cuarenta y pico de mil millones de euros. Casi nada. Y los bancos, tan felices. Otra realidad sin que nadie dimita. Eso de dimitir debe ser anticonstitucional, y si no lo es, algún día lo será. Como la mentira, que aparte de ser declarada un arte podría llegar a ser constitucional. Al tiempo.

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