La sociedad civil ahora

28 agosto 2020 08:10 | Actualizado a 28 agosto 2020 08:51
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Como que hasta ahora no ha existido ningún partido de todo el espectro político que, en los instantes decisivos, anteponga el interés general al suyo propio como partido, es importante que la sociedad civil actúe, no como alternativa ni impugnación de la política representativa, sino como consolidación democrática.

El término sociedad civil designa a la diversidad de personas que con categoría de ciudadanos y, generalmente, de manera colectiva, actúa para tomar decisiones en el ámbito público, con sus integrantes fuera de las estructuras gubernamentales.

Desde que Pedro Sánchez alcanzó el poder, hace ya más de dos años, la mentira se ha convertido en norma. Solo ha faltado la nefasta gestión sobre la pandemia para confirmar el mal hacer. Las cifras ponen de manifiesto la situación económica, educativa y asistencial. Y la corrupción a todos los niveles sigue al alza.

En 1996, cuando se cumplían 60 años del inicio de la Guerra Civil, Julián Marías publicó un sustancioso ensayo «España ante la historia y ante sí misma (1898 - 1936)», de lectura recomendable.

El autor hablaba del concepto de continuidad subterránea, para desmentir que la dictadura franquista hubiera sido un verdadero páramo desde el punto de vista social y cultural. La tragedia civil había supuesto una dura sacudida, pero no había seccionado el hilo de la historia que los españoles llevaban tiempo hilvanando. Un tiempo que se iniciaba en el ya lejano 1898.

Terminada la Transición y la llegada en 1982 del PSOE al poder, con la indeseable implantación de unas leyes educativas basadas en un igualitarismo programático, se diluyó considerablemente la política educativa, eliminando a los maestros, con rechazo del mérito y la jerarquía como valores indiscutibles, pasando a ser todos grises profesores de la enseñanza.

El momento actual es muy delicado y preocupante y más que nunca es necesaria la continuidad de la que hablaba Julián Marías, no subterránea porque, afortunadamente, vivimos en un régimen de libertades, pero cuya esencia no deja de ser a grandes rasgos la misma, a saber, la que procuran con su quehacer diario tantos millones de ciudadanos que no están dispuestos a renunciar a lo que tanto ha costado conseguir.

Obviamente, con raciocinio se objetará que ya están los partidos constitucionalistas para cumplir con esa labor. Ciertamente, pero en España la partidocracia deja mucho que desear.

Por ello, es extraordinariamente importante la sociedad civil como consolidación democrática del sistema. Todos los españoles tenemos el derecho inalienable y el deber de preservar, renovándolo día a día, nuestro patrimonio común, al margen de los cabecillas políticos de turno.

Pero, lamentablemente, y por razones históricas, en nuestro país no tenemos tradición de sociedad civil activa. Y de ello se han valido los líderes de todos los colores políticos. Es muy triste porque nos jugamos mucho: el futuro de nuestros hijos y nietos.

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