La terminal (provisional) de cruceros

La opción del Moll de Balears no implica descartar la Pineda, donde es imprescindible trasladar la monoboya

 

21 octubre 2018 20:12 | Actualizado a 21 octubre 2018 20:14
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La ubicación provisional de la terminal de cruceros del Port de Tarragona ha desatado una aparente polémica que en realidad no es tal. Como se sabe, la creciente demanda del turismo de cruceros impulsó a la autoridad portuaria a buscar una solución lo más inmediata posible a tal exigencia. En concreto fue una apuesta decidida del presidente del Port, Josep Andreu, aplaudida por el alcalde Ballesteros y respaldada por el presidente de la Diputación, Josep Poblet. La fórmula que se consideró en principio más adecuada fue ubicar el muelle provisional en el Dic dels Prats en la Pineda. Esta actuación llevaba pareja la nueva ubicación de la monoboya dentro del espacio portuario para evitar cualquier riesgo de fuga de petróleo en las maniobras de descarga de crudo de los petroleros. Siempre ha quedado claro desde un principio que la solución de la Pineda era provisional y que la terminal de cruceros se construirá junto al Port Esportiu, a pie de ciudad. Esta obra, de gran envergadura, llevará varios años. Tratándose de Tarragona puede eternizarse. Y mientras, los buques repletos de turistas llegan cada con más intensidad. Urge una solución pronta. Debía ser la Pineda, pero las exigencias de estudios medioambientales que exige cualquier obra que afecta la zona marítima hacen prever que los permisos de obras pueden demorarse seis años. Ante esta circunstancia, que dicho sea de paso podía haberse previsto antes, el Port ha buscado otra alternativa provisional que pueda implementarse lo más pronto posible. Así surge la opción del Moll de Balears, infrautilizado y en el que las modificaciones necesarias requieren un trámite más simplificado porque es un espacio que ya está dentro de la zona portuaria. Es un apaño. Al lado están los muelles de carbón. Mala imagen para dar la bienvenida a los turistas. Esta fórmula no afecta a las obras previstas en la Pineda, donde es imperioso e imprescindible trasladar la monoboya. No hay, pues, proyectos antagónicos. El problema de verdad es la lentitud administrativa que nos devora.

 

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