La vacuna rusa

Todos sabemos los grandes intereses que hay en la carrera por obtener la primera vacuna para combatir la Covid-19, que van más allá de lo económico.

Recientemente un prestigioso profesor de la URV me comentaba que cree que aparecerá dos-tres semanas antes de las elecciones presidenciales de EEUU el primer martes de noviembre porque sería el golpe de efecto que necesita Trump para ser reelegido ya que de otra forma lo tiene complicado.

Pero por lo que parece Rusia quiere avanzarse. Su presidente Vladímir Putin anunció ayer que su país había registrado ya la primera vacuna «efectiva» del mundo contra el coronavirus. Bautizada como Sputnik V, el nombre también da pistas de la carrera y recuerda al lanzamiento sin previo aviso el 4 de octubre del 1957 del primer satélite artificial de la historia, el Sputnik I.

Los expertos llevan semanas alertando del riesgo de aprobar la vacuna antes de tiempo y ven en la rapidez de los ensayos rusos una cuestión política. De hecho, Sputnik V no está en la lista de la OMS que da cuenta de las seis inmunizaciones más avanzadas y que ya han alcanzado la fase tres de ensayos clínicos.

Todo lo que se puedan acortar los plazos para lanzar la vacuna debe ser celebrado pero acelerar los progresos no debe significar poner en compromiso la seguridad.