La 'verdad' de Rociíto vista por un notario

Mi profesión me impone transcribir una verdad íntegra y completa, inatacable salvo delito de falsedad. Pero no es la verdad:  el que dice que vende puede mentir, el padre que deshereda a su hijo puede mentir

28 abril 2021 09:20 | Actualizado a 28 abril 2021 09:54
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Estos días los medios de comunicación están llenos de comentarios sobre la historia de Rocío Carrasco que se ha convertido en un éxito televisivo. Expertos en comunicación han señalado que los gestos y la manera de expresarse de Rociíto indican que sin ninguna duda piensa que lo que dice es «verdad».

Pero ¿qué es la verdad? ¿cómo encontrarla?

Mi profesión me impone transcribir una verdad íntegra y completa, inatacable salvo delito de falsedad. Pero no es la verdad: el que dice que vende puede mentir, el padre que deshereda a su hijo puede mentir. Mi profesión me prohíbe participar directa o indirectamente en la mentira, pero mi trascripción puede ser la de una mentira monda y lironda. Mi verdad es una verdad formal. El documental de Rocío Carrasco expresa, a su manera, también una verdad formal, la de ella. Mi profesión me ha enseñado también que hay muchas verdades.

1 El relato de otros. No es lo mismo contar lo que uno ha vivido que contar lo que otros han contado que han vivido. En el paso de información se añaden matices, se pierden otros, y el mismo relato puede ser por sí suficientemente engañoso al repetirse de uno a otro. Entre los muchos testigos sobre los hechos narrados por Rocío Carrasco hay algunos que no los han percibido por ellos mismos sino que tienen conocimiento de los mismos a través de otros.

2 El recuerdo. Rocío Carrasco recuerda con nitidez hechos y comportamientos que por su gravedad a todos nos han impresionado hasta llorar. Cuenta una historia sucedida fundamentalmente hace años.

Bergson, los impresionistas y el propio Marcel Proust nos pusieron de manifiesto, mucho después de Heraclito, que todo cambia, que no nos bañamos en el mismo río y en las mismas aguas, que morimos en cada instante y que el recuerdo se transforma de tal forma que construye su realidad propia y a su vez su propio recuerdo. Podemos afirmar con completa seguridad que tal suceso fue de esa manera, pero si ha transcurrido un tiempo determinado tenemos todas las posibilidades de haber alterado inconscientemente la imagen inicial.

Pruebas de que el recuerdo es traicionero las he tenido con cierta frecuencia. Un día se presentó una persona en mi estudio. Alegaba que le habían requerido como fiador a que pagase una deuda. Aseguraba que en ningún momento había firmado nada sobre este tema y que inclusive no recordaba haber estado nunca en este lugar. Dado el tiempo transcurrido yo tampoco recordaba nada del asunto. Buscamos el expediente y ahí estaba su firma junto con la mía estampada en varios folios que ambos reconocimos sin ninguna duda como propias. «No se preocupe, estas cosas pasan más de lo que usted cree», me despedí con un abrazo, sabiendo ambos que un día no recordaríamos nada de lo ocurrido.

3 La historia íntegra. Dos personas pueden compartir un mismo hecho o una misma experiencia, importante o meramente anecdótica. Con seguridad sus narraciones van a ser muy diferentes (tan diferentes como la de un tercero ajeno a ellos). Incluso, es muy posible que uno de los dos haya olvidado completamente el suceso, o partes importantes del mismo, o lo haya transformado en otro muy distinto. El hecho es el mismo, pero lo visto, oído o percibido es diferente.

En el relato narrado por el notario la historia (notarial) es íntegra y completa, algo que muchas veces es difícil de entender hasta por los expertos jurídicos. En una ocasión tuve que acudir como testigo en un procedimiento civil en que debatía sobre un documento que había autorizado. La juez me interrogó sobre los hechos acaecidos. Toda mi historia estaba en mi documento para bien o para mal, nada podía añadir o modificar, porque si yo pudiera añadir o aclarar algo, mi trascripción no hubiera sido completa e íntegra. Mi testimonio era el documento, solo el documento y nada más que el documento. Nihil prius fide, nada antes que la fe. La verdad material había que buscarla por otras vías; y es posible que mi historia fuese la trascripción vergonzosa (íntegra y completa) de una pura mentira. Es evidente que Rocío Carrasco cuenta una parte de la historia, que puede ser más o menos creíble, pero no es toda la historia; pero también a su manera, y en el sentido comentado, el documental de Rocío Carrasco expresa una historia completa e íntegra (la suya).

4 La autenticidad. Ahora parece que hemos descubierto las fake news, las falsas noticias, pero en todas las épocas han existido. Para luchar contra ellas solo nos queda estar seguro de la autenticidad de los hechos (o de los documentos) a través de una autoridad que nos lo acredite. Ahora como antes reputar algo como auténtico es el principio del conocimiento de la verdad. Un sistema para aproximarnos a la «verdad de Rociíto» es dejar claro que hechos o que conductas podemos considerar como realmente auténticas, al margen de como hayan podido ser percibidas por sus protagonistas.

5 La búsqueda de la verdad. La Verdad y lo Justo pertenece al terreno de los dioses. Los seres humanos sólo podemos aproximarnos a una verdad relativa (pero suficiente) y para eso hemos ideado unas instituciones. 

 Si queremos hacer nuestra la «verdad» de Rociíto necesitaremos reputar como ciertos los hechos acaecidos y confiar en la valoración imparcial de una autoridad con todas las garantías que otorga el ordenamiento jurídico. Todo lo demás son comentarios de televisión, que solo expresan como mucho y en el mejor de los casos una parte de la verdad y, en otros, una pura y simple mentira.

Martín Garrido Melero: Notario. Profesor de Derecho Civil de la Universitat Rovira i Virgili (URV). Con el Govern Maragall formó parte del grupo de expertos designado por la Generalitat para elaborar el Libro de Sucesiones del Código Civil catalán. 

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