La verdad política cotiza a la baja

La crisis de moralidad que padece el actual estado político no tiene precedentes. Ignoran y les importa muy poco la palabra empeñada

12 febrero 2021 09:20 | Actualizado a 12 febrero 2021 10:21
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Esta mañana me llamó la atención que una mujer sollozara al alejarse de un paso a nivel,que desde hace meses ya no tiene tráfico ferroviario. Momentos después observé que en ese lugar había una pequeña cruz, con flores frescas, en la que en una grabación se podía leer: «A Víctor, mi hijo». Situación que me hizo reflexionar sobre lo duro que debe ser para esa madre, de una relativa edad y probablemente recién jubilada, venir con cierta frecuencia al lugar del accidente en el que su hijo perdió la vida.

Me afligió ver la tristeza con la que se alejaba aquella señora. Pensé que si envejecer es duro, con la pérdida de un hijo debe ser desgarrador. Los jubilados parece que estamos condenados a sufrir. Con el paso de los años se ha ganado calidad de vida, porque todos conocemos las penurias y la escasez que padecieron nuestros antecesores, pero se ha perdido confianza. Se ha entrado en un estado de desidia, que lleva a olvidar que lo que nos rodea es un problema global.

Según la revista médica The Lancet, una cuarta parte de los 2,6 millones de jóvenes que mueren en el mundo cada año fallecen por accidentes de tráfico, suicidios, actos violentos, drogas… a pesar de que la adolescencia se asocia a periodos de prosperidad, vitalidad, fuerza y buena salud. Se ha ganado calidad de vida, pero nos encontramos en vías de perder la esperanza de consolidar un futuro para nuestras próximas generaciones, la de nuestros hijos, nuestros nietos. Aunque más que pensar en el futuro que dejaremos a nuestros nietos, lo más lógico es preguntarse qué hijos dejamos a esta sociedad.

La actual situación es dura. La sociedad que estamos creando parece alejarse de los sueños que tuvimos al nacer nuestros hijos. A punto de ir a las urnas en Catalunya, podemos observar que algunos de los políticos que nos gobiernan o pretenden hacerlo no dan la talla. Sin sufrir un problema de corrupción sistemática, sí podemos observar una gran dejadez política, que crea desafección y desconfianza hacia el futuro. El ambiente que rodea a nuestros hijos influye sobre su moral. Cómo podemos exigir a nuestros jóvenes un desarrollo moral, basado en la justicia, el derecho a la persona y el sentido de la responsabilidad hacia los demás, si lo que observan, gracias a los medios de comunicación que lo denuncian, es falta de ética y moral política.

La crisis de moralidad que padece el actual estado político no tiene precedentes. Ignoran y les importa muy poco la palabra empeñada. Aunque, probablemente, ahora se hace buena aquella frase de «tenemos lo que merecemos». Nuestros dirigentes en las administraciones llevan a cabo tropelías inimaginables, cuando deberían ser un ejemplo en la gestión pública. Faltan a principios básicos de la convivencia, en una sociedad, también, que suele tener poca memoria en el momento de ir a las urnas. Pero aun así hay que seguir creyendo en la política como herramienta para el cambio social.

Está bien que mostremos nuestra indignación, crítica, o maldición hacia la actual situación política, pero tenemos la obligación de dar un paso más. Hay que demostrar que hay gente mayor, en la jubilación, que desea esta democracia por la que tanto luchó cuando era joven. Tenemos que pasar a la acción y participar de una nueva realidad política.

La mayor parte de las personas jubiladas han demostrado ser excelentes padres, formando con orgullo familias, siendo buenos profesionales y gestores de sus empresas, mientras observamos impasibles que muchos gobernantes son personas que no han dado un palo al agua. Políticos que se aprovechan de su poder. Durante décadas, en esta última con mayor desprecio, hemos sido engañados. El Estado de Bienestar lo han puesto en grave peligro, y sólo se salvará con la unión de todos aquellos que creen en la ética, la coherencia y la defensa en la igualdad de oportunidades.

De vivir Víctor, seguro que estaría orgulloso de su madre, como la mayoría de los hijos que han visto en sus padres un ejemplo en la lucha del día a día. Desconozco si el finado que se recuerda en la pequeña cruz del paso a nivel pudo llegar a hacer su propia familia, pero de lo que sí creo estar seguro es que su madre, como otros muchos jubilados, seguirá echándose a sus espaldas todo el peso de este sistema, para lograr que los suyos sigan adelante.

Vamos a votar este domingo. No soy yo quién para decir a qué partido se ha de votar. Pero hay que ir a las urnas, para después no lamentar el no haber contribuido a remover conciencias y provocar cambios para el mejor futuro de todos. Debemos movilizarnos hacia la regeneración y rebelarnos contra el conformismo. Nuestra generación entrada ya en la jubilación debe dar un paso adelante. Sí, uno más. Como lo hemos hecho en las últimas décadas. Hay que seguir tirando del carro. Sí. Porque, aunque como dice el refrán, «la vida es como un cuento relatado por un idiota; un cuento lleno de palabrería y frenesí», no hay que dar la impresión de que todos somos idiotas. A pesar de que la verdad ha perdido valor y cotiza a la baja y de que la mentira se ha llevado a la normalidad.

Ángel Gómez: Periodista, editor y fundador de ‘La Vila’, también ejerció en el ‘Diari de Tarragona’ y en ‘Nou Diari’. Fue director de la Cope en Tarragona y fundador y redactor del ‘Segre’.

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