La vergüenza de Siria

Ha habido ignorancia a la hora de afrontar las mal llamadas primaveras árabes

19 mayo 2017 23:15 | Actualizado a 22 mayo 2017 21:35
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Han pasado cuatro años de infierno en Siria, han muerto más de 200.000 personas, varios millones han sido desplazadas y otros tantos han resistido entre las ruinas, el hambre, el frío y la más deleznable miseria humana. El panorama es todavía más indigno para la conciencia de la comunidad internacional si analizamos el pulso político y de intereses de todo tipo que se han impuesto durante este tiempo de terribles desgracias a una verdadera voluntad de solucionar una situación inadmisible para cualquier ser humano decente. Si a todo esto le añadimos que los terroristas del Daesh se han hecho fuertes en la zona norte de Raqqa y han cometido todo tipo de asesinatos con el fin de controlar el poder, el dinero y el petróleo de esa zona, junto con la del norte de Irak, nos encontramos ante uno de los desastres humanos y políticos de mayor envergadura y torpeza de la historia reciente.

Desde hacía tiempo era evidente que las atrocidades del Daesh servían como tabla de salvación para el régimen del dictador sirio Bachar Al Asad. Los bombardeos contra las posiciones de los terroristas, lo más crueles sin olvidar los crímenes de Al Qaida- Al Nustar y otros grupos, requerían de un entendimiento o consulta con el presidente sirio. Ahora, el secretario de Estado norteamericano, John Kerry, da un paso más y admite que Al Asad tiene que formar parte de la mesa de negociación para encontrar una solución al conflicto. Se supone que será cuestión de tiempo y de unos cuantas personas asesinadas más por las tropas gubernamentales que aprovechan para machacar a la oposición, incluidos civiles, y por los yihadistas de los numerosos grupos terroristas que intentan ganar ventaja en el caos para que la figura de Al-Asad ni siquiera sea cuestionada. El paso del tiempo está demostrando que la ignorancia, la negligencia, la estupidez o la hipocresía de algunos países de la comunidad internacional y de la región a la hora de afrontar y alentar las mal llamadas primaveras árabes ha provocado desastres cuyas consecuencias todavía están por ver y sufrir. Y no sólo en Siria, en Libia tenemos una gran amenaza para todos.

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