Leo que al jugador del Celta Fiódor Smólov le robaron su reloj en una discoteca de Barcelona, después del partido que disputó contra el Espanyol, y que el cronómetro estaba valorado en 300.000 euros. Sorprende que tuviera un reloj tan caro, como no fuera para impresionar a su pareja que, por ser nieta de Yeltsin, debe estar acostumbrada a emociones fuertes.
Unos turistas brasileños fueron agredidos también en la Ciudad Condal por una banda dedicada al robo de relojes de alta gama, y un turista alemán perdió su reloj en otro asalto.
Siendo así, es mi obligación ponerlo en conocimiento de las familias tarraconenses, para que si envían a sus hijos a estudiar en Barcelona, junto al consejo habitual de no perder el tiempo, añadan el de no perder el reloj.