Las críticas al soberanismo

El promotor del referéndum escocés en ningún momento incumplió la ley

19 mayo 2017 21:52 | Actualizado a 22 mayo 2017 12:58
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La alusión de Felipe González al nazismo y al fascismo en su carta ‘A los catalanes’ ha molestado a ciertos sectores soberanistas a los que no se puede negar su integridad democrática. El proceso soberanista –escribía González– «es lo más parecido a la aventura alemana o italiana de los años treinta del siglo pasado. Pero nos cuesta expresarlo así por respeto a la tradición de convivencia de Cataluña. El señor Mas sabe que, desde el momento mismo que incumple su obligación como presidente de la Generalitat y como primer representante del Estado en Cataluña, está violando su promesa de cumplir y hacer cumplir la ley».

Enric Juliana, periodista brillante y sensato de La Vanguardia, se lamentaba en su periódico de esta mención a su juicio ofensiva de González y recordaba que el expremier británico Gordon Brown, quien también asumió un claro liderazgo contra la independencia de Escocia, no utilizó este argumento ni ningún otra descalificación en ningún momento. Tiene razón el periodista pero olvida al mismo tiempo que el promotor escocés de aquel referéndum, Alex Salmond, en ningún momento incumplió la ley, ni ideó marrullerías para orillarla, ni se valió del fraude de ley para hacer prevalecer sus tesis. En cambio Artur Mas, como ha dicho con su proverbial lenguaje directo el exvicepesidente Alfonso Guerra en un lúcido artículo, está tratando de dar un golpe de Estado incruento, que esto y no otra cosa es la vulneración consciente de la legalidad. Es cierto que Londres permitió el referéndum, que en el Reino Unido no era inconstitucional (entre otras razones, porque en el Reino Unido no hay Constitución formal que pueda vulnerarse) pero ésta no es la cuestión: lo inaceptable del proceso catalán es que quienes lo impulsan ya han manifestado su disposición a saltarse las normas que entre todos, incluidos ellos mismos, nos hemos dado. Y esto es inaceptable. Por lo que, como también ha evidenciado Guerra, es obligado poner en tensión todos los mecanismos constitucionales disponibles para evitar tal desmán.

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