Las partes contratantes

¿Cómo es posible que Ada Colau haya prometido desobedecer las leyes?

19 mayo 2017 22:39 | Actualizado a 22 mayo 2017 17:54
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Resuenan los ecos de la pitada y parece como si la final de la Copa del Rey fuese el final de nuestro mundo, que va a seguir sin nosotros y sin Messi. «También se murieron las rosas y Aristóteles» y hay que seguir a ver en qué queda el pulso entre Pablo Iglesias y Pedro Sánchez. Al último no le conocía hace un año la mitad de los españoles y la otra mitad se alegraba de no tener ese gusto. Es el peligro de los líderes emergentes: estaban mejor sumergidos. No se puede ilusionar al desilusionado pueblo prometiéndole que tiene la solución de todo, porque nada es solucionable, aunque todo sea corregible. La negociación entre ellos y el reparto del puzle que han dejado las elecciones autonómicas y municipales es apasionante, pero sobre todo apasiona a los que desean seguir viviendo amarrados a una de las patas del sillón del poder, que tiene más de cuatro, pero anda renqueante porque cada una es más larga que las otras.

Ada Colau, que tiene cara de hada madrina, es una sin duda una buena persona como lo es Ángel Gabilondo, pero eso no es un requisito indispensable para ser un buen gobernante de su exigua parcela, sino más bien la tentación para postergar su bondad. “»Desengáñate, que para gobernar España hay que tener muy mala leche», fue el consejo que el último presidente que mereció ese nombre le dio a su segundo de a bordo. ¿Cómo es posible que la candidata a la alcaldía de Barcelona haya prometido «desobedecer las leyes» que le parezcan injustas? No quiere rectificarlas, ni someterlas a consideración, sino simplemente no hacerles ni puñetero caso. ¿A dónde va Cataluña con ese programa? El próximo puede ser regalar pitos a los transeúntes para que ordenen la circulación de vehículos en las horas punta, cada uno por su cuenta. El anarquismo es la exaltación de la libertad. Que nadie mande sobre nadie que ya explicaba Saint-Simon que la acción del hombre sobre el hombre es siempre injusta. En eso estamos, pero que cada uno haga lo que quiera tampoco es la solución. Somos muchos.

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