La sentencia «Cuando una puerta se cierra, otra se abre», de la que se hace eco el Quijote, tiene otra versión: «Cuando una puerta se cierra, se abre una ventana». Esto es lo que ha sucedido en todas partes: la puerta de la calle está atrancada, pero al filo de las ocho de la tarde, el vecindario abre las ventanas y llena de aplausos las calles vacías.
En los últimos años balcones y ventanas han servido para exteriorizar legítimas protestas de quienes no estaban de acuerdo con el gobierno, con la justicia o con el rey; pero ahora es distinto: no es la mitad de la población que se expresa, sino toda, y no en protesta, sino en homenaje al personal sanitario que combate la mortal pandemia.
Esta actitud abre una ventana de esperanza en el futuro.